Hace unos pocos días, en la ciudad venezolana de Mérida, el escritor español Enrique Vila-Matas fue investido doctor honoris causa por Universidad de Los Andes. Tuve la suerte de poder estar en ese “conferimiento”, así se llama en la universidad andina al acto de entrega del doctorado honoris causa. El acto del “conferimiento” me fascinó. Fue un acto muy teatral y muy emotivo, con un toque dieciochesco, con un tono de irrealidad festiva. El Rector tomó la palabra y luego fue cediéndola con una dulce parsimonia. Vila-Matas estuvo acompañado por los escritores y profesores venezolanos Ednodio Quintero y Diómedes Cordero. Todos llevaban birrete. Hacía un poco de calor (no mucho, porque Mérida goza de un clima privilegiado) y abrieron las ventanas de la elegante sala del Rectorado. Se oían los ruidos vitales de la ciudad de Mérida. Vila-Matas leyó un relato genial sobre la espera, sobre la misteriosa condición humana del que espera. En ese texto, Vila-Matas era invitado a acudir a la ciudad francesa de Lyon para pronunciar una conferencia. Nadie se presentaba a recogerlo en la estación. Nadie se presentaba a recogerlo en su hotel. Vila-Matas esperaba en su habitación, y mientras esperaba, fabulaba una teoría de la novela. El tema de la espera está en muchos escritores, Vila-Matas recordó a Julien Gracq y a Kafka. Las grandes historias de Kafka son radicales esperas. Es indecible lo que esperamos. Sólo nos está permitido relatar las orillas de la espera.
(Columna publicada en "Heraldo de Aragón", 23-JULIO-09).
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UN FRAGMENTO DE "ESPAÑA" EN LA WEB DE ENRIQUE VILA-MATAS:
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