Estuve viendo la obra de Darío Fo en el Palacio de Congresos, que está infestado de azafatas de última generación: metro ochenta, melena larga, veinte años y belleza inaccesible. El espectáculo es el propio Fo. Me cayó muy bien ese hombre. Nada más empezar, tuvo un gesto antiburgués: invitó al público del graderío a bajarse al patio de butacas. Sobraban muchas butacas en el patio. Me gustó todo lo que dijo Fo, pero me aburrí porque la obra era un monólogo bilingüe. Fo cree que el mundo la va a palmar dentro de 40 años. Y en torno a esa idea monta su monólogo. A mí no me asusta nada, nada, nada, que el mundo la palme, a mí lo que me mata es que me aburran. Y Fo, teatralmente, me aburrió. Lo bueno de Fo es que transmite pasión y humor. Fo habla de un “back out”, es decir, una crisis energética que dará lugar a un apagón. Esa forma de pensar es típica de los intelectuales de la generación de Fo. Fo es un hombre comprometido, y eso siempre está bien. Pero el mundo no se acaba ni de coña. Da completamente igual que desaparezca el petróleo. Es más: es interesantísimo que se agote el petróleo, a ver qué se nos ocurre entonces. Fo está bien. Me gusta Fo. Me gustó cómo iba vestido. Me encantó su risa. Tiene que ser un tipo excelente. Después del teatro, me fui a cenar al restaurante de Italia, por seguir con rollo italiano, claro. Tío: unos vulgares espagueti valen 15 euros. Pero descubrí algo fascinante: unas servilletas que parecían de papel, pero que eran casi de tela. Vale la pena ir a cenar al pabellón de Italia sólo por las servilletas. Quise romper las servilletas, y no pude. Eran un híbrido de papel y tela espectacular. Eran como esas sábanas de usar y tirar. Purísimas servilletas. Luego me fui a ver a Björk. Porque yo soy fan de esta chica. Parece una gitana de un metro cincuenta de estatura. No sé qué demonios canta, pero me gusta. Björk es una extraterreste. Luego había un grupo de africanos apasionados tocando tambores y todo eso. Parecía una misa africana. Björk tiene un erotismo posnuclear que está estupendo. Yo creo que Fo podría hacerse novio de Björk. Entonces, la Expo podría ponerles un pabellón a los dos, qué bien.
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Columna publicada en "Heraldo de Aragón".
2 comentarios:
Si a Fo le pones novia, entonces a Monalisa o a la Gioconda de Leonardo, ponéselo también, y verás como caminan juntos por el parque de esta ciudad infernal (Managua). !Vaya, Dios a saber! si aún le queda humor a los "inquisidores"
Me quedo mejor con los relatos de Papini y el Monólogo del Insumiso de J. José Arreola.
Saludos,
Mario Martz
www.elnocturnodiurno.blogspot.com
Muy bueno Manolo.
Ultimamente, en tus comentarios, ¿estás ensayando?. Resultado: OK. En "Playas Fluviales" está más marcado el tipo frase corta, directa, reiteración. Nada fácil. Pero me gusta más la mezcla de éste. Será que me seduce imaginarme a Björk haciéndose novia de alguien que se llame Darío. Aunque la veo mas haciendo eco en un glaciar.
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