martes, 8 de julio de 2008

CAVIAR AMARILLO


Voy en el autobús Expo-1 al lado de unas ancianitas que dicen que van a la Expo a pasar la tarde, a verla por fuera, que se ve muy bien por fuera, que no hace falta entrar. Me dirijo al Pabellón de España y hay una cola de tres horas. Intento pasar con mi acreditación de prensa, pero un tipo de seguridad me dice que tiene que llamar a la jefa de prensa del Pabellón, y que ella me lo enseñará. Llama pero la jefa no está. Llama otra vez, le digo al segurata, llama, pero la jefa no está. ¿Dónde está? Yo qué sé, dice el segurata, ¿por qué no vuelve usted mañana?, remata. Sabes qué, le digo al segurata, que le digas a la jefa que me llame. El segurata se ríe. Y de parte de quién le digo todo eso. Pues de qué bien va a ser, tío, de Mariano José de Larra. Le escribo mi apellido, y el tipo lo guarda. Ya se lo diré, señor Larra, dice el segurata. Paso por el anfiteatro y un montón de negros y blancos mezclados cantan canciones de misa en inglés. Están supercontentos. Qué bien. Igual es un coro de trescientos cantantes. Me pregunto si la organización de la Expo los habrá metido en habitaciones individuales o dobles. Sacan pinta de estar en habitaciones triples, o cuadruples. Me voy al Pabellón de Rusia. Me tomo una cerveza marca Lenin de medio litro en el bar ruso y un tipo vestido de pamplonica, con boina y pañuelo sanferminero, completamente borracho, piropea a las camareras superrusas. Son todas muy guapas. El pamplonica les pregunta que de dónde son. Casi todas son rusas de Moscú. ¿Y tú de dónde eres?, me pregunta. Yo soy ruso, le digo. Y de qué parte, pregunta. De Moscú, contesto. Y de qué parte de Moscú. Del centro de Moscú, tío, le digo. Ah, dice. Las camareras se mueren de risa. Me invitan a unas banderillas de caviar. Me voy al Pabellón de Japón. Vale más el espectáculo moral de la estricta organización cronométrica de los turnos de visita con que llevan el Pabellón que lo que hay dentro del Pabellón. La gente está loca. Hace colas de dos horas para ver un vídeo de dibujos animados. ¿Dónde están los samuráis cortando cabezas?, me pregunto. Los he matado a todos, me dice una rubia del Actur, vestida con un mono amarillo y un casco de moto, también amarillo, en una mano.
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MV, "Heraldo de Aragón", 7-julio-08.

2 comentarios:

Karacharaka dijo...

Caviar amarillo:

En China la pena de muerte puede imponerse por unos 68 delitos, entre ellos delitos no violentos como fraude fiscal, malversación, aceptación de sobornos y algunos delitos relacionados con las drogas.

eh, tíos, lo pone en el pabellón amarillo, pero es que nadie lee los caretos chinos?!!

NINGUNO dijo...

Qué bien estas crónicas de letra pequeña.. y cómo andas de intuición, eres un fenómeno...! yo sé por ejemplo dónde han dormido estos forofos del "godspel" o como se diga; son muy apañados, pero disponen de pasta, no te creas.. y han aprovechado para hacer aquí unas "Master Class" del copetín... que a los fieles indígenas de las riberas del Ebro no les han resultado gratis precisamente.
En fin, un abrazo y sigue así.
Mariano Ibeas