En la escritura, y en el arte en general, las horas de tanteo y búsqueda se echan al olvido ante la instantaneidad del hallazgo, que concentra en sí no sé qué forma de un más vasto tiempo.
Soy como un canto rodado: el dolor que ha pulido un río, un discurrir.
El horizonte nos lanza hacia sí. Es el punto más lejano al que puede huir el alma sin perder aún el contacto con nosotros mismos.
Cuando oigo esos chasquidos del fuego en sus hogueras, me gusta suponer que el fuego, en trance onírico, dispara a sus fantasmas a lo lejos.
Sentir que el silencio te rodea, te asedia, te conquista y, a la vez, sentir que, pese a todo, te ofrece la mejor escapatoria.
La lengua, ese pez preso, febril de posibilidades, desciende por la noche a un mar más libre.
Por los sueños –al menos, por los míos- se baja más que se sube. Digamos que se sueña más hacia un fondo. Eso me hace intuir la gravedad esencial del pensamiento.
Miré el interior del pico de aquel pájaro: el rojo infierno del canto.
Escribir como lo haría una mosca. Decir con mi boca, justo encima de mis manos, lo que mis manos refutan
A las tijeras les emborracha su cortante conversación. Serían capaces de cortar sin pernsárselo el hilo de cualquier vida, con tal de oírse hablar.
Con qué delicadeza el barro, en mis manos de niño que jugaban en él, subrayaba unas mínimas líneas de tierra, y polvo, y viento.
El cielo mismo no puede evitar acercarse a la tierra para verse nevar y traslada a todas las cosas ese asombro intacto.
La música es lo único que me hace concebir mi cabeza como redonda. Todo lo demás que experimento en ella está lleno de ángulos y aristas.
No sé si el discurrir del agua en este río dice más verdad con más caudal o con menos.
En un espejo, nos reflejamos, planos, en su superficie. En un cristal, un fondo nos devuelve, incierto, un fondo.
El cine nos ha enseñado a ser quien dispara la flecha, ser la flecha en el aire, ser su diente en la diana. Y eso es la poesía: ser todo, ir hacia todo y hacer diana en un centro.
Soy como un canto rodado: el dolor que ha pulido un río, un discurrir.
El horizonte nos lanza hacia sí. Es el punto más lejano al que puede huir el alma sin perder aún el contacto con nosotros mismos.
Cuando oigo esos chasquidos del fuego en sus hogueras, me gusta suponer que el fuego, en trance onírico, dispara a sus fantasmas a lo lejos.
Sentir que el silencio te rodea, te asedia, te conquista y, a la vez, sentir que, pese a todo, te ofrece la mejor escapatoria.
La lengua, ese pez preso, febril de posibilidades, desciende por la noche a un mar más libre.
Por los sueños –al menos, por los míos- se baja más que se sube. Digamos que se sueña más hacia un fondo. Eso me hace intuir la gravedad esencial del pensamiento.
Miré el interior del pico de aquel pájaro: el rojo infierno del canto.
Escribir como lo haría una mosca. Decir con mi boca, justo encima de mis manos, lo que mis manos refutan
A las tijeras les emborracha su cortante conversación. Serían capaces de cortar sin pernsárselo el hilo de cualquier vida, con tal de oírse hablar.
Con qué delicadeza el barro, en mis manos de niño que jugaban en él, subrayaba unas mínimas líneas de tierra, y polvo, y viento.
El cielo mismo no puede evitar acercarse a la tierra para verse nevar y traslada a todas las cosas ese asombro intacto.
La música es lo único que me hace concebir mi cabeza como redonda. Todo lo demás que experimento en ella está lleno de ángulos y aristas.
No sé si el discurrir del agua en este río dice más verdad con más caudal o con menos.
En un espejo, nos reflejamos, planos, en su superficie. En un cristal, un fondo nos devuelve, incierto, un fondo.
El cine nos ha enseñado a ser quien dispara la flecha, ser la flecha en el aire, ser su diente en la diana. Y eso es la poesía: ser todo, ir hacia todo y hacer diana en un centro.
12 comentarios:
Esto empieza a ser Poesía, sí señor! Y además de inteligente, breve!
Sólo echo en falta (por no dejar de Disolver) entre estas imágenes y aforismos, la presencia de más hombres, de cierta humanidad, además de la del escribidor.
Pero está de cojón!
algunos son muy buenos...quizás hasta los pienso yo..abrazos ...hueles ya el caribe?
La terraza.
Estuve trece meses viviendo en una terraza del actur - joder cómo me gustaban los malditos autobuses! las putas persianas y esas lámparas que se caían silbando poe el pasillo bye bye!!!
Olivan empieza a mejorar. Cuando se olvide del alma, el horizonte, el silencio, el olvido, y concrete más, como en alguno de estos aforismos, que son más poesía que aforismo, será un buen poeta. Pero alguien --un amigo de verdad-- tiene que decírselo urgentemente. Si no, se puede perder y sería terrible.
Nuevo programa televisivo: "Mira quién escribe", ven y ayúdanos a mejorar!!!
Sí, sí, me gusta el nombre del nuevo programa, porque, mira tú, qué bonito nombre, tan revelador, es "disolvente", que ni con mayúscula se escribe, etc.
Manuel, por favor, otro blog!!! me quiere fostiar un Anónimo!!!!!
Estupenda la presentación de ayer en la Fnac de los chicos estan bien. Leyeron los poetas, eso fue un acierto. Me gustó el poema que leiste de Olivan. Leyó muy bien Dolan Mor, impresionante su poema. El libro es importante para conocer la poesía de hoy. Me gustan los poemas de Luis Muñoz.
Los chicos estan bien ya es importante para muchos poetas de Zaragoza. Carmen Ruiz ha publicado en Babelia, y ahora va a publicar Octavio Gomez. Casi nada: en Babelia.
Escribir como lo haría una mosca...
Justo!
Me encanta tu trabajo y sobre todo como narras tus poemas. Bravo! Un saludo Manuel.
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