Hace unos meses tuve una conversación telefónica con Juan Goytisolo, que prologa el libro del que voy a hablar en este artículo, en donde me dijo, comentando el contexto editorial de la literatura española actual, algo sumamente ilustrativo y que puede ahorrar muchos análisis dilatados, me dijo que si él ahora tuviese que publicar por vez primera “Reivindicación del Conde don Julián”, novela de 1970, muy probablemente tendría serios problemas para encontrar editor. Creo que es en los ochenta cuando comienza a aparecer en la crítica literaria española la confusión entre literatura y lectura, entre literatura y mercado, entre literatura y libros de éxito. A ello contribuyó decisivamente la recalificación del best-seller popular de toda la vida en eso que se ha llamado el best-seller culto. Esa recalificación es tan fraudulenta como la que llevan acabo algunos ayuntamientos con sus fincas rústicas, dicho con toda la ironía de la tierra. El best-seller culto no es literatura, pero hay una maquinaria editorial y mediática poderosa que busca hacerlo pasar por literatura, atraída por el prestigio de esta. Este fenómeno ha llevado a un alto empobrecimiento de la crítica literaria española, que no ha sabido reaccionar ante esta apropiación de lo literario. Bien, pues hay que decirlo de nuevo: la literatura no es un fenómeno editorial, es un fenómeno artístico.
Porque literatura es una invención verbal ilimitada, tanto en lo moral como en lo que afecta al lenguaje. Y a esa invención ilimitada se ha encomendado Juan Francisco Ferré (Málaga, 1962) en su última novela titulada “La fiesta del asno”, una novela que sólo se debe a la fiesta de la literatura, pese a que trata el borrascoso tema de la banda terrorista ETA, sólo que lo hace con un sarcasmo kafkiano para el que este país en el que vivimos quizá no esté preparado, como tampoco estaba preparada la España de los años veinte para recibir el sarcasmo de los esperpentos valleinclanescos. Ferré es estilo literario, acero del lenguaje, un escritor de una moral incompasiva y de una invención cáustica. En su novela aparece toda la sociología política de nuestro presente, con el tema de la banda ETA como núcleo del discurso, pero este presente inmediato no es la sustancia definitiva de la novela, es quizá un pretexto argumental. Ferré ha querido escribir de lo que conoce, y lo que conoce es España y sus lenguajes formales. Y uno de los temas españoles por antonomasia es el terrorismo vasco, que a él le sirve de pretexto para satirizar nuestra realidad histórica. Pero no se olvide que satirizar es tarea propia de la literatura, al menos fue razón de escritura para Valle Inclán, para Joyce, para Martín Santos, para Céline, para Goytisolo, para Julián Ríos, etc. La novela de Ferré es intensamente literaria, y la literatura en estos tiempos en que vivimos lo tiene todo en contra. Tiene en contra el mercado, en contra a la crítica, que está anestesiada y ya no ve dos en un burro y que le asusta la originalidad y los libros que no se venden, tiene en contra, por supuesto, la mesa de novedades de las librerías, etc. Es decir, la escritura literaria es ya una escritura clandestina, una escritura hábilmente censurada. Ferré ha publicado su excelente novela en una pequeña editorial (DVD Ediciones), editorial que ya ha acogido títulos con cargas literarias de profundidad como la novela Nembrot, de José María Pérez Alvarez, una novela genial que mucha gente no conoce porque España no tiene crítica literaria de verdad, al menos yo no sé encontrar otra explicación. Lo que está haciendo con enorme sacrificio una pequeña editorial barcelonesa como DVD Ediciones por la narrativa española más renovadora no tiene precio. Dentro de veinte o treinta años todo el mundo advertirá esta ampliación del canon narrativo, pero lo relevante es decirlo ahora.
El personaje principal de la novela de Ferré, Gorka K. (solo el nombre ya es pura lujuria o atavismo satírico-literario), es un monstruo, un frankenstein vasco, un abertzale matador, una deformación grasienta de la barbarie, una indigestión histórica, una antigualla española, y digo española porque el nacionalismo vasco es España, pura España, es una forma de ser muy peninsular. Gorka K. es un esperpento, es un malnacido metafísico y mesiánico, o si se me permite la vulgaridad, una mierda muy seca pinchada en un palo muy doblado, una fiesta de la nada. Es decir, Gorka K. es un terrorista de ETA, un hombre con causa, una causa hallada en los albañales del fascismo, un esperpento de la España de siempre, porque España se manifiesta esperpénticamente a través de ETA, en una pirueta histórica que para describirla necesitaríamos un millón de páginas. La generación a la que pertenece Ferré, que es también la mía, (nacidos en 1962), ya no padecimos el franquismo, pertenecemos a un mundo liberado, democrático y normalizado, y la única cosa que nos recuerda a Franco es el nacionalismo vasco y el terrorismo. El nacionalismo vasco a los de mi generación nos es indiferente, como cualquier otro nacionalismo, lo que no nos es indiferente es el fascismo que le acompaña, ese es el problema ante el que ya sólo cabe la sátira. No podemos entender el nacionalismo vasco sino es como un estadio no superado del franquismo, y ante tal antropología política no cabe sino encomendarse a Valle-Inclán, y al esperpento, y eso es lo que ha hecho Ferré en la parte más histórica de su novela.
Pero la criatura de Ferré no se puede entender sin la literatura; la criatura monstruosa de Ferré, ese gran desierto de la imbecilidad metafísica llamado Gorka K., no es una metáfora política, es una invención literaria. Ferré está pisando literatura, el terrorismo de ETA le ha servido para afilar sus cuchillos de carnicero literario. Ferré va a por la realidad de nuestros tiempos donde la publicidad, la televisión y la falsedad de los lenguajes del poder han creado una ontología del horror. Ferré se hace acompañar de Kafka y de Nietzsche, que le iluminan y le permiten la creación de parodias intertextuales de una comicidad quevedesca. Que un escritor joven español invoque a Kafka y a Nietzsche con intención paródica ya es por sí mismo una anomalía comercial y editorial tan grande que debería hacernos reflexionar mucho. Y termino diciendo lo esencial: el tema de “La fiesta del asno” es el horror, no sólo el terrorismo, sino el horror. Para explicar el horror Ferré ha usado, accidental o pedagógicamente, la figura de Gorka K., un terrorista de ETA, una bestia fascista, un asesino imbécil, el gran imbécil universal. No hay mayor horror que el que late en la cabeza de un imbécil, como Gorka K. Gorca, caca, en definitiva. Pero el horror es una categoría estética, histórica, moral y literaria que va más allá de un presente histórico. La novela de Ferré está emparentada con los escritores de la crisis global de la modernidad, con escritores como Céline, o Kafka, con el Valle de los esperpentos, con el Sender de “Imán”, con Cioran, con el Sartre de “La náusea”, y también con escritores norteamericanos jóvenes como Palahniuk, David Foster Wallace, Easton Ellis, etc. “La fiesta del asno” es literatura, simplemente literatura, un bien clandestino, una botella del mejor whisky escocés en tiempos de la Ley Seca Española.
Juan Francisco Ferré, “La fiesta del asno”, DVD Ediciones, Barcelona, 2005.
(Este texto es inédito).
8 comentarios:
"Lo relevante es decirlo ahora". Sólo podemos darte las gracias. Prometo leerla.
Me ha gustado mucho esta crítica, me haré con "la fiesta del asno" en cuanto tenga oportunidad.
"El best-seller culto no es literatura, pero hay una maquinaria editorial y mediática poderosa que busca hacerlo pasar por literatura" Ya era hora de que alguien dijera esta verdad más grande que la catedral de Sevilla. A ver si cunde el ejemplo, para que incautos ignorantes como yo no cometamos el error de comprar bodrios como ese de "la catedral del mar", por fiarnos de los repetidos (ad nauseam) elogios hechos por la crítica ¿literaria?
Yo aún recuerdo cuando Ignacio Echeverría hizo una crítica al último libro de Bernardo Atxaga. !La que se lío! No menciono el nombre del periódico que lo censuró y prácticamente despidió, ya no merece la pena.
Por cierto, se ve que conoces muy bien el panorama actual, al que por la crítica mordaz que haces me imagino como un naufragio cotidiano, pero, amigo, deja una puerta abierta para que entre un poco de aire.
Tengo el libro que comentas hoy, lo compré en mi libreria favorita de Donostia. Lo empezaré a leer en unos días.
Pregunta : ¿Qué ocurre cuando un crítico literario trabaja en un periódico que es accionista de la editorial del libro del que tiene que hacer la crítica?
Ejerce su derecho y es despedido, toma cicuta, se enrola en el ejercito de salvación, se hace voluntario de la expo, o se apunta a bailes de salón para relajarse un poco. También puede darle un susto al editor y matricularlo en un curso de periodismo,literatura y ética, eso estaría bien.
Muy bien.
Saludos
Excelente rapapolvo para recordarnos la actualidad industrial del negocio del libro, y además, excelente brújula para la lectura.
¿Será posible la connivencia del "bisnes" con la literatura?
Salu2 Córneos.
Será posible que al hacer crítica literaria nadie ate los cabos y surja libre la idea y la palabra?...lo dudo amigo...ésto es como que la poesía invade las calles.. pero nadie la compra..un abrazo nerudiano.
Bueno, pues que amén.
Yo -sin que se me entienda ni mal ni suene presuntuoso, que no es mi intención-, tengo una anécdota personal muy ilustrativa acerca de ésto, pero que no voy a contar aquí. Lo he entendido todo muy bien, creo.
De todas formas, en el "mercado del libro2 -no digo literatura- no está sucediendo algo diferente a lo que sucede en los demás ámbitos de la cultura, de la comunicación. Acaso sea hora ya de tañer arrebato, porque hay niveles y niveles, y todo tiene un límite. Creo.
No he leído la novela. Gracias por la referencia.
Luisa
Hace unos meses tuve una conversación telefónica con Juan Goytisolo, que prologa el libro del que voy a hablar en este artículo.
Pues mañana iré a Los portadores De Sueños a por ella.
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