jueves, 31 de mayo de 2007
Nueva historia de la represión en España
http://videosdp.abc.es/abc.swf?file=1032/mossos.flv&fileSub=undefined&autostart=true&fs=true
¿Esto es democracia? ¿el nuevo estado policial? Imagínate que eres tú la persona del vídeo: que te desnudan, te abofetean y te arrastran por el suelo. ¿Qué tal, estás bien?
Yo siempre sospeché que la represión en España no era un problema histórico, político o cultual, sino genético. Espero equivocarme.
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Se me olvidaba: no basta con sancionar a esas policías, no. Hay que exigir la dimisión del responsable político al más alto nivel. La única manera de asegurarnos de que esto no vuleva a ocurrir es exigiendo la dimisión del cargo político responsable, si es que lo hay, lo más probable es que no lo haya (risas).
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Vilas aún dice más: si esto es una democracia, se debe reaccionar políticamente como si esa ciudadana apaleada por la policía del estado fuese la hija primogéntia del Rey de España, del Presidente del Gobierno, o del Presidente de la Generalitat. ¿Imposible, verdad? Completamente imposible, metafísicamente imposible. Todos estamos de acuerdo en que eso es imposible.
martes, 29 de mayo de 2007
UN POEMA DE VILAS
RESURRECCIÓN
Perry Smith era bajo y tenía sangre india y las piernas llenas de cicatrices.
Su madre, una amazona de rodeo que montaba a caballo, acabó alcoholizada
y montando toda clase de bestias; a Perry lo colgaron el 14 de abril de 1965,
en Kansas. Veinte minutos bailando y babeando; bueno, Perry antes se llevó
por delante al matrimonio Clutter y a sus dos hijos Nancy y Kenyon;
al señor Clutter le cortó el cuello y luego le pegó un tiro en la cara;
Truman Capote pensaba que la vida perra de Perry
no daba más que para convertirse en un perro humano;
Manuel Vilas está sentado en un banco de la Catedral de Barbastro
y está pensando en esos fantasmas mientras mira los fustes
y los florones del techo. Perra vida de Perry,
en eso piensa Manuel Vilas, en el gran perro universal.
Manuel Vilas está pensando en Dios y ve a Perry Smith sentado a su diestra.
Y ve que se aburren, los dos, y Manuel Vilas también se aburre.
Perry Smith y Dios Todopoderoso y Manuel Vilas, allí, aburriéndose.
Estatuas aburridas que gritan en mitad de la vida, y se mueren de aburrimiento.
Visita Manuel Vilas las capillas y piensa en el cielo, en el gran cielo
de la Catedral de Barbastro; está allí sentado, un domingo inconmensurable
a las diez y media de la mañana y entra en una capilla
con dos Cristos crucificados, es difícil de explicar, dos Cristos gemelos,
los dos agonizando,
uno en la entrada de la Capilla, otro a la salida,
estés a punto de entrar
o estés ya dentro siempre uno de los dos Cristos gemelos preside la escena.
Y los mira Manuel Vilas desde abajo
y se ríe y se ríe y tiene hambre, de repente.
Y piensa en Dios rodeado de mujeres desnudas, con el culo redondo
como la luna y se ríe, grandes culos
a modo de volantes con que conducir la eternidad chiflada,
porque la eternidad es una puta loca, ay, no me acuerdo de nada de lo que he vivido,
creo que vivía en la ciudad de Zaragoza,
me veo subiendo a autobuses, me veo
hablando con personas, eh, cómo estás,
oh, yo muy bien, me veo comprando cosas,
qué es toda esta mierda, qué es esto, la puta memoria,
me veo jodiendo mucho,
y me veo acorralado y un montón de tipos
disparándome y ninguno me da
y es para morirse de risa, me veo chiflado, completamente chiflado.
Tanta hambre, esta hambre inmaculada, este sol encima de una mano cortada.
La mano de Manuel Vilas paseándose exenta del cuerpo
por las naves en penumbra
de la Catedral, como un ave ascendiendo a lo Alto,
a las diez de la mañana.
La desesperación, la gran desesperación, más poderosa
que el amor y la muerte,
la desesperación, llena de música, de agua envenenada,
de vino corrompido,
la desesperación y la lujuria y las ilusiones y la fiebre y la maldad.
¿Qué es toda esta mierda de palabras antiguas, no sabes otras palabras?
¿vino corrompido, eso se te ocurre? ¿es este tu don poético?
¿las palabras viejas, hediondas, marchitas, has dicho "marchitas",
cómo puedes ser tan cursi?
Cómo he amado la poesía.
Cómo la he odiado por no estar conmigo ahora.
No soy suficiente para ella.
Es por culpa de la vida que llevo, seguro que es eso.
Salió Manuel Vilas de la Catedral y se sentó en una terraza y se bebió
un Oporto muy frío, y luego otro, y otro, hasta perder de vista la ruina
de su lenguaje poético,
vete ruina del infierno,
gritaba a la palabra poética.
La lujuria, no me hagas reír, un entretenimiento de tres años y luego qué.
Las jodidas olas de la mar, una detrás de otra, oh, qué milagro.
El mar, ese viejo imbécil; las montañas, esas viejas putas.
Me gustaría tener en la mano miles de corazones arrancados
y aún palpitando
y comérmelos y resucitar un rato y volverme a morir y volver
a resucitar y volverme a morir hasta aburrirme,
hasta morirme de aburrimiento.
La foto primera es la catedral de Barbastro.
Los chicos están bien
Presentaciones del libro "Los chicos están bien. Poesía Última" (Editorial Olifante).
Feria del libro: 6 de junio, 8 tarde. En la carpa de la feria del libro.
Fnac de Zaragoza: 25 de junio, 7,30 tarde. Esta presentación incluirá lectura de los poetas.
Y nuevo número de la revista "la caja nocturna" en
http://lacajanocturna.blogspot.com
domingo, 27 de mayo de 2007
Hamburguesas
http://elblogdeenriqueortiz.blogspot.com/2006/12/macdonalds-de-manuel-vilas-hamburguesas.html
Anarquía
¿Por qué no hay listas abiertas todavía? ¿Por qué he de elegir una lista cerrada? ¿Por qué no me preguntan sobre lo que verdaderamente importa? ¿Cuándo las nuevas guillotinas? Tarde o temprano tendrán que venir, el hedor histórico es insoportable. ¿Cuándo vendrás, amada anarquía, mi querídisima enamorada, mi santa utopía? ¿Cuándo desaparecerán el poder y las jerarquías y los privilegios y el trabajo y la explotación y la miseria y las circunvalaciones y el salario mínimo y las residencias de ancianos y las pagas de 400 euros a las viudas españolas y el plan prever y regresará o vendrá la música del que toma el sol desnudo, en medio de la vida, frente a los dinosaurios, frente a la luna? Ve y vota.
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Me aburro, qué aburrimiento. Contadme algo gracioso, ya. Qué pequeña me ha quedado la guillotina; tarde me he dado cuenta de que se "podía elegir" también el tamaño de la foto.
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cursi, cursi, cursi, "¿la santa anarquía?"
¿Sex Pistols?
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el plan prever y las viudas, sí, sí, sí
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Como gamberrada está bien Vilas, pero que Dios conserve el estado democrático. Cuidado con el fascismo, chaval, que se cuela por ahí. Ojoooooo.
Viva la democracia!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
sábado, 26 de mayo de 2007
AUDI 100
Manuel Vilas se compró un Audi de tercera mano, un Audi 100,
y lo ponía a doscientos por la autopista de Barcelona,
y luego tenía que pagar el peaje y eso que no iba a ningún sitio.
Se quedaba mirando el Audi en las tardes de domingo,
en mitad de un descampado, en mitad del desierto.
El gran desierto que cerca la ciudad de Zaragoza,
estéril y ácido como una bocanada de uranio enriquecido.
Miraba las ruedas y las golpeaba con sus botas en punta,
y pensaba que estaban durísimas, llenas de aire embrutecido,
y es que acababa de estar en una gasolinera que se llamaba
y las había hinchado, ese silbido poderoso de las válvulas,
y miraba el dibujo de las ruedas, laberíntico y abstracto como
de la mano, y se miró la mano, rugosa piel enaltecida
en mitad de la nada, y se había cambiado
el viejo radiocasete del Audi por un compacdisc Pioneer,
con seis altavoces, 800 euros en el Carrefour ,
y puso a Lou Reed en el compac, y bien, muy bien,
Street Hassle puso, y bien, bien, muy bien, dijo de nuevo,
esto era todo, el Audi 100, la vida ennegrecida, las cercanías
llamado Bujaraloz, la autopista de Barcelona, los infinitos
un toro de Osborne cerca de Pina, el domingo, agrio y crucificado,
y Lou Reed sonando en ninguna parte, en el desierto celestial,
los 800 euros convertidos en el grito más hermoso de la tierra,
y ningún ángel del cielo descendiendo, y Manuel Vilas
--siervo de la nada, fumando, estéril, razonando, gimiendo--,
silbaba bajo el sol inclemente, difuso, el sol borracho,
y les daba patadas a las ruedas y las ruedas
le devolvían el impulso, y eso era gracioso,
y pensó en la guantera, y abrió la guantera y miró la documentación,
y leyó su nombre, y abrió el maletero,
y le pareció que allí había un montón de sitio
Foto de Manuel Derqui
miércoles, 23 de mayo de 2007
Dos novelas en el limbo
Ya sé hacer más cosas aquí
http://www.clubcultura.com/culturafnac/eventos_dia.php?tienda=2&dia=2007-05-25
http://www.eldiadecordoba.com/94421_ESN_HTML.htm
http://www.olifante.com/
lunes, 21 de mayo de 2007
UN POEMA DE JOSÉ MARÍA FONOLLOSA, TITULADO "PLAÇA DE CATALUNYA, 2"
sorbiendo secreciones y microbios.
Sentirlo cual babosa por un rato.
Comer es engullir descuartizados
cadáveres, a trozos, triturándolos
entre saliva y huesos. Y tragándolos.
Dormir es no existir conscientemente.
Tal vez lo único bueno si no fuera
que a veces algún sueño lo importuna.
Amar, comer, dormir. Unas palabras
que suenan como fiesta a los sentidos
y encubren suciedad, crueldad y angustia.
Y es esto lo mejor. E imprescindible.
Es innoble vivir. Pero en mi mano
está no ser un cómplice más tiempo.
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Nota al poema: Obviamente, no estoy de acuerdo con la visión de Fonollosa; cómo iba a estarlo si he escrito en "Resurrección" todo lo contrario a lo que él dice, pero el poema es excelente, perfecto, envidiable (envidiable sólo como literatura).
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Nota a la nota: ¿cómo he podido escribir una estupidez tan grande como la que he escrito en la nota anterior? Parezco un principiante. Qué bien.
sábado, 19 de mayo de 2007
ELENA MEDEL: "TARA" (DVD, 2006).
viernes, 18 de mayo de 2007
THE WHO: CULTURA TRANSGENERACIONAL
miércoles, 16 de mayo de 2007
ISABEL PÉREZ MONTALBÁN: UN FRAGMENTO DE "SIBERIA PROPIA" (Bartleby, 2007)
SIN DUDA me amaste mintiendo sin apenas darte cuenta,
me amabas con mi propio amor, con la estética de la resistencia
y una aguja de remendar las heridas más antiguas.
Todo amor se halla latente en otro amor. Y así
me amabas sin vanidad en la feria y hoguera de las vanidades.
En la piedra abierta, en el cuarzo visual, me amabas.
En los colores de fábrica y en la innoble Sodoma, sin querer.
Cuando turbiamente decías tengo sin ver claro que me tenías.
Cuando cabalmente llorabas sin notar que era yo tu lágrima.
Cuando locamente sufrías sin adivinar que yo te sanaba.
Cuando felizmente besabas con los ojos cerrados
y por eso nunca viste que besabas mi boca.
En la continuación de los amores y las afinidades electivas
que ni siquiera continúan ni se eligen, me amabas.
En los otros me proyectabas. En el ceremonial de la violencia
y en la insistencia de las cosas que más odias, no me odiaste.
Incluso me escribías con la gramática parda de un libro por venir.
Desde el Génesis, desde la vida antes del hombre,
por cielos e infiernos tus latidos sin compás me seguían.
Me amabas, transeúnte central, con sermón de misa hereje
sobre las ondas del teléfono sin hilos, pero a lo tonto y sin querer.
Cada cual a su manera odia y ama más allá de lo que sabe.
martes, 15 de mayo de 2007
Preguntas más allá de la oscuridad en Aragón
lunes, 14 de mayo de 2007
Breve historia de las discotecas de pueblo en la España de los setenta
Inmensas preguntas a la oscuridad
Exhaustiva historia de la desdicha pop en España
Breve historia del rock en España
domingo, 13 de mayo de 2007
Fuentes para la hsitoria del amor en España
Breve historia de la literatura aragonesa contemporánea
Breve historia de España
Breve historia de la narrativa española contemporánea
Breve historia de la poesía moderna
sábado, 12 de mayo de 2007
Cómo comienzan las novelas.
miércoles, 9 de mayo de 2007
El Mal
El Mal es el tema de “2666” de R. Bolaño; el Mal es el tema de “El Castillo” de Kafka; el Mal es el tema de “Una temporada en el infierno”; el Mal es el tema de “La tierra baldía” de Eliot; el Mal es el tema del Cernuda último; el Mal es todo Dostoievski; el Mal es todo Faulkner. Dejémoslo aquí, que me siento muy mal.
JUAN FRANCISCO FERRÉ: "LA FIESTA DEL ASNO"
Hace unos meses tuve una conversación telefónica con Juan Goytisolo, que prologa el libro del que voy a hablar en este artículo, en donde me dijo, comentando el contexto editorial de la literatura española actual, algo sumamente ilustrativo y que puede ahorrar muchos análisis dilatados, me dijo que si él ahora tuviese que publicar por vez primera “Reivindicación del Conde don Julián”, novela de 1970, muy probablemente tendría serios problemas para encontrar editor. Creo que es en los ochenta cuando comienza a aparecer en la crítica literaria española la confusión entre literatura y lectura, entre literatura y mercado, entre literatura y libros de éxito. A ello contribuyó decisivamente la recalificación del best-seller popular de toda la vida en eso que se ha llamado el best-seller culto. Esa recalificación es tan fraudulenta como la que llevan acabo algunos ayuntamientos con sus fincas rústicas, dicho con toda la ironía de la tierra. El best-seller culto no es literatura, pero hay una maquinaria editorial y mediática poderosa que busca hacerlo pasar por literatura, atraída por el prestigio de esta. Este fenómeno ha llevado a un alto empobrecimiento de la crítica literaria española, que no ha sabido reaccionar ante esta apropiación de lo literario. Bien, pues hay que decirlo de nuevo: la literatura no es un fenómeno editorial, es un fenómeno artístico.
Porque literatura es una invención verbal ilimitada, tanto en lo moral como en lo que afecta al lenguaje. Y a esa invención ilimitada se ha encomendado Juan Francisco Ferré (Málaga, 1962) en su última novela titulada “La fiesta del asno”, una novela que sólo se debe a la fiesta de la literatura, pese a que trata el borrascoso tema de la banda terrorista ETA, sólo que lo hace con un sarcasmo kafkiano para el que este país en el que vivimos quizá no esté preparado, como tampoco estaba preparada la España de los años veinte para recibir el sarcasmo de los esperpentos valleinclanescos. Ferré es estilo literario, acero del lenguaje, un escritor de una moral incompasiva y de una invención cáustica. En su novela aparece toda la sociología política de nuestro presente, con el tema de la banda ETA como núcleo del discurso, pero este presente inmediato no es la sustancia definitiva de la novela, es quizá un pretexto argumental. Ferré ha querido escribir de lo que conoce, y lo que conoce es España y sus lenguajes formales. Y uno de los temas españoles por antonomasia es el terrorismo vasco, que a él le sirve de pretexto para satirizar nuestra realidad histórica. Pero no se olvide que satirizar es tarea propia de la literatura, al menos fue razón de escritura para Valle Inclán, para Joyce, para Martín Santos, para Céline, para Goytisolo, para Julián Ríos, etc. La novela de Ferré es intensamente literaria, y la literatura en estos tiempos en que vivimos lo tiene todo en contra. Tiene en contra el mercado, en contra a la crítica, que está anestesiada y ya no ve dos en un burro y que le asusta la originalidad y los libros que no se venden, tiene en contra, por supuesto, la mesa de novedades de las librerías, etc. Es decir, la escritura literaria es ya una escritura clandestina, una escritura hábilmente censurada. Ferré ha publicado su excelente novela en una pequeña editorial (DVD Ediciones), editorial que ya ha acogido títulos con cargas literarias de profundidad como la novela Nembrot, de José María Pérez Alvarez, una novela genial que mucha gente no conoce porque España no tiene crítica literaria de verdad, al menos yo no sé encontrar otra explicación. Lo que está haciendo con enorme sacrificio una pequeña editorial barcelonesa como DVD Ediciones por la narrativa española más renovadora no tiene precio. Dentro de veinte o treinta años todo el mundo advertirá esta ampliación del canon narrativo, pero lo relevante es decirlo ahora.
El personaje principal de la novela de Ferré, Gorka K. (solo el nombre ya es pura lujuria o atavismo satírico-literario), es un monstruo, un frankenstein vasco, un abertzale matador, una deformación grasienta de la barbarie, una indigestión histórica, una antigualla española, y digo española porque el nacionalismo vasco es España, pura España, es una forma de ser muy peninsular. Gorka K. es un esperpento, es un malnacido metafísico y mesiánico, o si se me permite la vulgaridad, una mierda muy seca pinchada en un palo muy doblado, una fiesta de la nada. Es decir, Gorka K. es un terrorista de ETA, un hombre con causa, una causa hallada en los albañales del fascismo, un esperpento de la España de siempre, porque España se manifiesta esperpénticamente a través de ETA, en una pirueta histórica que para describirla necesitaríamos un millón de páginas. La generación a la que pertenece Ferré, que es también la mía, (nacidos en 1962), ya no padecimos el franquismo, pertenecemos a un mundo liberado, democrático y normalizado, y la única cosa que nos recuerda a Franco es el nacionalismo vasco y el terrorismo. El nacionalismo vasco a los de mi generación nos es indiferente, como cualquier otro nacionalismo, lo que no nos es indiferente es el fascismo que le acompaña, ese es el problema ante el que ya sólo cabe la sátira. No podemos entender el nacionalismo vasco sino es como un estadio no superado del franquismo, y ante tal antropología política no cabe sino encomendarse a Valle-Inclán, y al esperpento, y eso es lo que ha hecho Ferré en la parte más histórica de su novela.
Pero la criatura de Ferré no se puede entender sin la literatura; la criatura monstruosa de Ferré, ese gran desierto de la imbecilidad metafísica llamado Gorka K., no es una metáfora política, es una invención literaria. Ferré está pisando literatura, el terrorismo de ETA le ha servido para afilar sus cuchillos de carnicero literario. Ferré va a por la realidad de nuestros tiempos donde la publicidad, la televisión y la falsedad de los lenguajes del poder han creado una ontología del horror. Ferré se hace acompañar de Kafka y de Nietzsche, que le iluminan y le permiten la creación de parodias intertextuales de una comicidad quevedesca. Que un escritor joven español invoque a Kafka y a Nietzsche con intención paródica ya es por sí mismo una anomalía comercial y editorial tan grande que debería hacernos reflexionar mucho. Y termino diciendo lo esencial: el tema de “La fiesta del asno” es el horror, no sólo el terrorismo, sino el horror. Para explicar el horror Ferré ha usado, accidental o pedagógicamente, la figura de Gorka K., un terrorista de ETA, una bestia fascista, un asesino imbécil, el gran imbécil universal. No hay mayor horror que el que late en la cabeza de un imbécil, como Gorka K. Gorca, caca, en definitiva. Pero el horror es una categoría estética, histórica, moral y literaria que va más allá de un presente histórico. La novela de Ferré está emparentada con los escritores de la crisis global de la modernidad, con escritores como Céline, o Kafka, con el Valle de los esperpentos, con el Sender de “Imán”, con Cioran, con el Sartre de “La náusea”, y también con escritores norteamericanos jóvenes como Palahniuk, David Foster Wallace, Easton Ellis, etc. “La fiesta del asno” es literatura, simplemente literatura, un bien clandestino, una botella del mejor whisky escocés en tiempos de la Ley Seca Española.
Juan Francisco Ferré, “La fiesta del asno”, DVD Ediciones, Barcelona, 2005.
domingo, 6 de mayo de 2007
EL PLAGIO DE BRYCE ECHENIQUE
Alfredo Bryce Echenique plagió un artículo titulado “Las esquinas habitadas”, publicado en la revista española “Jano”, del escritor José María Pérez Álvarez (Orense, 1952). El plagio vio la luz en el periódico “El Comercio” de Perú. No digo nada nuevo. Este plagio saltó a la prensa hace escasas semanas. No fue muy sonado, porque José María Pérez Álvarez, a parte de ser un gran escritor, es una buena persona y lector y admirador de Bryce y se portó con una generosidad insuperable.
viernes, 4 de mayo de 2007
Seis canciones santas
--“I´m Waiting For My Man” de The Velvet Underground.
-- “A Hards Rain´s A Gonna Fall” de Bob Dylan.
--“Street Hassle” de Lou Reed.
--“Kimberly” de Patti Smith.
--“You Better You Bet” de The Who.
AGUSTÍN FERNÁNDEZ MALLO: "NOCILLA DREAM"
Algo se mueve en la narrativa española más allá del mercado. Narradores como Pérez Álvarez, J.F. Ferré, R. J. Cantavella, o antologías como "Golpes. Ficciones de la crueldad social", elaborada por Eloy Fernández y Vicente Muñoz, hacían pensar en una narrativa diferente. En esta línea se sitúa la interesantísima "Nocilla Dream" de Fernández Mallo. Lo primero que sorprende de "Nocilla Dream" es que su autor renuncia a la realidad española, porque tal vez para él no tiene fundamento mítico. Apuesta en cambio por una ficticia realidad norteamericana, traspasada por las paradojas de internet y la globalización. Mallo sugiere así que la vida española no puede generar literatura de vanguardia. Ya el título del libro da fe de esa inmersión en el mundo de lengua inglesa.
Mallo se aleja de los postulados de moderna crítica social que presidía la antología "Golpes", que es el único antecedente editorial español de "Nocilla Dream". Esa ausencia de crítica a realidades históricas reconocibles es la razón, creo, de los parabienes que ha recibido esta novela por parte de algunos suplementos semanales, nada permeables a la radicalidad literaria y a la extorsión moral que esta conlleva. Hablar de América y de una América que no reconocerían ni los propios americanos no aviva los problemas ideológicos de la España actual. Hay algo naïf en esta literatura, cuyo sustento es la mitología degradada de la civilización norteamericana y su capacidad para que veamos el mundo a través de esa mitología (se llega a nombrar en la página 91 a Albacete y Almería como estados en vez de como provincias).
Fernández Mallo narra las vidas de outsiders metafísicos (muy a lo Palaniuk). La renuncia a la novela tradicional permite a Mallo plasmar una experiencia estrictamente literaria de la actualidad, y hace pensar en la renovación de la narrativa española.
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Agustín Fernández Mallo, "Nocilla Dream", Candaya, Canet de Mar, 2006, 217 páginas.
miércoles, 2 de mayo de 2007
KAFKA, EL ÚLTIMO MOTORISTA
Son muchos los escritores y críticos literarios que desautorizan al hombre que se erigió en heredero del legado de Kafka, el ya polémico Max Brod. Lo que se dice de Brod es más o menos lo siguiente: que dio una imagen interesada y subjetiva de su amigo y de su literatura, que no entendió bien la forma de trabajar del autor de El Castillo y que metió la mano en esa vorágine indefinida e ilimitada de los manuscritos de Kafka. En realidad, de Brod se dice de todo. Kundera lo motejó de remilgado. Ahora el filólogo alemán Reiner Stach ha emprendido una cruzada para “desbrodizar” a Franz Kafka.
Franz Kafka es quizá el escritor más importante del siglo XX, el más influyente y el más original. Kafka es un monarca absolutista de la literatura, un emperador. Sólo que Kafka no fue Kafka mientras Kafka estuvo vivo. Esa es la mayor originalidad de todo este entramado que nos conduce a los arrabales más contingentes y siniestros del arte contemporáneo. Kafka representa la ascética del siglo XX, y la mística. Kafka no fue nunca un escritor tal y como hoy lo entendemos. Ni concedía entrevistas ni le agobiaban los editores para que entregase un nuevo libro. Ni daba conferencias ni fallaba premios ni le daban premios. Ni le llamaban los periodistas ni le invitaban los políticos ni opinaba en la prensa. Ni reseñaban elogiosamente sus libros o no elogiosamente, porque no había libros que reseñar. Ni siquiera hablaban mal de él, porque nadie sabía que existía. Kafka es un regreso al origen de la palabra. A Kafka la literatura le traía sin cuidado. Eso se lo dejaba a Thomas Mann y a todos los demás. Todos los demás que somos ahora todos nosotros. Nosotros, los lectores y los escritores de hoy.
Kafka es el luto. Pero también es un luto cómico, y es la gran comedia del viejo pleito entre los hombres y los dioses. Los devotos de Kafka lo leemos con la admiración más grande de la que somos capaces. Yo siempre supe que Kafka era otra cosa. Dice Stach que Kafka jugaba al tenis, acudía a los prostíbulos y que tenía una moto. La moto de Kafka, sin duda, sería digna de figurar en un futuro museo del praguense universal. “Esta es la moto de Kafka, la moto con la que Kafka cruzaba Praga como una exhalación metafísica, deportiva, judaizante”, es lo que bien podría decir el pie de la foto del catálogo de esa fantástica exposición. ¿Usaba la moto para llegar antes al prostíbulo o a la Compañía de Seguros en la que trabajaba? Kafka subido en una moto es una greguería kafkiana. El Kafka de la moto se parece poco al Kafka torturado de la habitual iconografía del autor de La transformación. Ahora hay que llamar así a La metamorfosis. Como América ha pasado a llamarse El desaparecido. Es más bonito el título de “América” que el de “El desaparecido”, dicho sea de paso.
Pero pobre Brod, qué injusta es la gente con quien está permitido ser injusto, y con Brod ya lo está. Kafka (“ah, sí, un amigo de Max”, decía la gente) era un don nadie, una especie de loco incomprensible que escribía por las tardes sin orden ni concierto, entregado a la máquina pesada de una soledad enferma y castigadora. Un loco motorista, esa es en todo caso la novedad. Un loco más, entre miles de locos que escribían por las tardes durante las dos primeras décadas del siglo XX en ciudades tristes y aún silenciosas del centro de Europa y que empleaban la moto para llegar con prontitud al prostíbulo o a la pista de tenis. Largas horas de las tardes junto al Moldava entregadas a una escritura inútil. Fue Brod, su amigo, su otro yo, quien lo sacó de ese dorado infierno en que ardía sin sentido. Brod y Kafka simbolizan la amistad de más trasfondo alquímico de la historia de la literatura. Porque más que amistad lo que hubo entre ellos fue una metamorfosis. En realidad, los dos son uno solo. Dos judíos en la Praga de principios de siglo, entregados a las duras especulaciones sobre la condición humana. Porque fue Brod el que, antes que Kafka, se dio cuenta de quién era su amigo. A Brod le apeteció que Kafka fuese Kafka. Yo, en su piel, quizá hubiera quemado El Castillo. No se me ocurre un castigo mejor para la raza humana que privarla de un espejo firme. Imagínense ustedes, una tarde de invierno de 1924 (Kafka había muerto en junio), el ocioso Brod está mirando el fuego de la chimenea y dice “a ver que tal arden estos ilegibles quinientos folios tan amarillos y así me ahorro un poco de leña, que ha subido mucho últimamente”. Kafka nunca supo que era Kafka. Esto parecen olvidarlo casi todos, casi todos los kafkianos que tantas pegas y desdenes infligen al pobre Brod. Pero, quién era Kafka sino lo que Brod imaginó que Kafka sería. Que Brod fuese celoso de Kafka era lo normal. Pues Kafka fue la gran novela de Max Brod, y díganme ustedes qué novelista no es celoso de su obra.