viernes, 15 de julio de 2011

"A TRAVÉS DEL ESPEJO", POEMA DE JAIME GIL DE BIEDMA

in memoriam Gabriel Ferrater

Como enanos y monos en la orla
de una tapicería en la que tú campabas
borracho, persiguiendo jovencitas...
O como fieles, asistentes
-mientras nos encantabas-
al santo sacrificio de la fama
de tu exceso de ser inteligente,
éramos todos para ti. Trabajos
de seducción perdidos fue tu vida.

Y tus buenos poemas, añagazas
de fin de juerga, para retenernos.

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Me gusta mucho este poema, escrito tras el suicidio del poeta Gabriel Ferrater, quien había dicho a sus amigos que se mataría antes de cumplir los 50 años, y lo cumplió. Vale la pena suicidarse si luego un amigo como Gil de Biedma escribe un poema como el que acabo de copiar. Es un poema de Amor al amigo muerto, de mucho amor. Hay que haber sentido mucho en esta vida para decir la vida -valga la redundancia- con la claridad y la bondad con la que habla Jaime Gil de Biedma

Los dos últimos versos del poema, pese a su aparente intrascendencia, describen el cometido más alto que tiene, ha tenido y tendrá la poesía: retener lo humano, retener el amor.

En Gil de Biedma la aparente intrascendencia oculta siempre una contundente trascendencia, por eso es uno de los poetas más importantes de la literatura en español de todos los tiempos. Y puede que el poeta español más importante de la segunda mitad del siglo XX.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Por cierto, a mí también me gusta Jaime, de hecho creo que lo conocí en algún lugar... en algún tiempo, Vilas. No te dije nada en el otro, perdona, tío, pero entenderás que estoy con la cabeza en otro sitio. me tienen cogido por los huevos, les pido perdón, y nada. En fin, Yo me quedo con estos:

...
A duras penas te llevaré a la cama,
como quien va al infierno
para dormir contigo.
Muriendo a cada paso de impotencia,
tropezando con muebles
a tientas, cruzaremos el piso
torpemente abrazados, vacilando
de alcohol y de sollozos reprimidos.
Oh innoble servidumbre de amar seres humanos,
y la más innoble
que es amarse a sí mismo!

J. G.

Rupert.