Algo en lugar de nada
Román Piña
En la galería Xavier Fiol de Palma encontramos ahora mismo una exposición del artista total que es Fernando Megías, el hombre autoclonado. Megías ha creado un personaje, alter ego, tocado de gorro de lana, gabardina clara y gafas de sol, para poder pelearse con él, pero también para hacerse compañía. Para buscar respuestas. Megías acaba de publicar el libro “Algo en lugar de nada”, una joya que abarca texto y fotografía, y que concluye con 13 respuestas sin pregunta. El dibujante, actor, fotógrafo y pensador Fernando Megías no tiene claro si somos algo o nada. Parece que tiene claro que tras la muerte, eso sí, nada de nada. O “fin”.
Eso la mayoría de las veces. Sólo algunos muertos tienen futuro. Por ejemplo Jorge Luis Borges o Antonio Machado, cuyos restos descansan hace tiempo lejos de la cuna patria. Parece que estos tiempos de efervescencia de lo pútrido propician traslados de huesos y reivindcaciones chovinistas de adn. Leí ayer un artículo de Juan Jacinto Muñoz Rengel en la web de El País sobre Borges, enterrado en Ginebra, en el que apunta la traición a su última voluntad que supondría el traslado de sus restos. Mientras leo la primera novela de Manuel Vilas -el poeta más deslumbrante que he leído en años- “Dos años felices” (Mira ediciones, 1996), descubro a un hombre aterrorizado por la vida. Un hombre que dice: “Espero que Dios tenga una explicación para todo esto”. Vilas, o su personaje, confiesa que valdrá
la pena resucitar aunque sólo sea para oír la causa del mundo que me diste”.
Esta tarde van a resucitar durante un rato a otro poeta muerto. Murió en Guadalajara hace un mes, pero resucitará en Palma gracias al homenaje que
se le hará en el recital poético que dirige Antonio Rigo. Se llama Julio César Navarro y un cáncer nos lo ha arrebatado con 38 años. En su obra completa, póstuma, “Todo sigue así”, se pregunta: “¿Es necesario/ llevar ropa interior/bajo las lápidas?”. Navarro se declara “inquilino de la maza y los clavos del reloj”. En 2007 Navarro fue finalista del premio de poesía Ciudad de Torrevieja. Falleció 4 horas antes de ver un ejemplar de su libro. En otro poema acaba diciendo: “no sé si éramos amantes oestábamos muertos”. Tal vez ahí se esconde la respuesta a la pregunta sobre la indumentaria correcta bajo las lápidas.
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"El Mundo", 26-2-2009.
2 comentarios:
Después de haber leído este texto, se me desdibujan las preguntas, se diluyen las materias físicas; y me queda un poco menos oscuro, que dar respuestas sin pregunta no puede dejar de ser síntoma de que se está vivo, diantre.
Gracias por recordarnos que confiamos en estarlo.
Un honor Manuel, subir a tu blog. Sigo leyendo Dos años felices... Me gusta pensar que te estoy conociendo antes de 1996. El milagro de los libros.
Román.
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