http://www.alfaguara.santillana.es/blogs/elhombre/2/blog-post/256/el-mcdonalds-de-manuel-vilas-estamos-de-luto/#comentarios
El Blog de Agustín Fernández Mallo cumple un año, y ha tenido más de 150.000 visitas.
Y el poema MacDonald´s también en el blog de Javier López Clemente:
http://lacurvaturadelacornea.blogspot.com/
sábado, 28 de febrero de 2009
UN ARTÍCULO DE ROMÁN PIÑA
Algo en lugar de nada
Román Piña
En la galería Xavier Fiol de Palma encontramos ahora mismo una exposición del artista total que es Fernando Megías, el hombre autoclonado. Megías ha creado un personaje, alter ego, tocado de gorro de lana, gabardina clara y gafas de sol, para poder pelearse con él, pero también para hacerse compañía. Para buscar respuestas. Megías acaba de publicar el libro “Algo en lugar de nada”, una joya que abarca texto y fotografía, y que concluye con 13 respuestas sin pregunta. El dibujante, actor, fotógrafo y pensador Fernando Megías no tiene claro si somos algo o nada. Parece que tiene claro que tras la muerte, eso sí, nada de nada. O “fin”.
Eso la mayoría de las veces. Sólo algunos muertos tienen futuro. Por ejemplo Jorge Luis Borges o Antonio Machado, cuyos restos descansan hace tiempo lejos de la cuna patria. Parece que estos tiempos de efervescencia de lo pútrido propician traslados de huesos y reivindcaciones chovinistas de adn. Leí ayer un artículo de Juan Jacinto Muñoz Rengel en la web de El País sobre Borges, enterrado en Ginebra, en el que apunta la traición a su última voluntad que supondría el traslado de sus restos. Mientras leo la primera novela de Manuel Vilas -el poeta más deslumbrante que he leído en años- “Dos años felices” (Mira ediciones, 1996), descubro a un hombre aterrorizado por la vida. Un hombre que dice: “Espero que Dios tenga una explicación para todo esto”. Vilas, o su personaje, confiesa que valdrá
la pena resucitar aunque sólo sea para oír la causa del mundo que me diste”.
Esta tarde van a resucitar durante un rato a otro poeta muerto. Murió en Guadalajara hace un mes, pero resucitará en Palma gracias al homenaje que
se le hará en el recital poético que dirige Antonio Rigo. Se llama Julio César Navarro y un cáncer nos lo ha arrebatado con 38 años. En su obra completa, póstuma, “Todo sigue así”, se pregunta: “¿Es necesario/ llevar ropa interior/bajo las lápidas?”. Navarro se declara “inquilino de la maza y los clavos del reloj”. En 2007 Navarro fue finalista del premio de poesía Ciudad de Torrevieja. Falleció 4 horas antes de ver un ejemplar de su libro. En otro poema acaba diciendo: “no sé si éramos amantes oestábamos muertos”. Tal vez ahí se esconde la respuesta a la pregunta sobre la indumentaria correcta bajo las lápidas.
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"El Mundo", 26-2-2009.
lunes, 23 de febrero de 2009
Juan Gelman escribe "El Atlántico no alcanza"
El Atlántico no alcanza
Por Juan Gelman
El Océano Atlántico es el segundo en extensión y volumen del planeta: 106,4 millones de kilómetros cuadrados y 323,6 kilómetros cúbicos, respectivamente. Pero el submarino nuclear británico HMS Vanguard y su semejante francés Le Triomphant consiguieron un casi milagro: chocar en aguas oceánicas profundas el 6 de febrero pasado. El hecho sólo se conoció diez días después y el milagro completo fue que no se produjo una catástrofe inédita: el Vanguard, con 135 hombres a bordo, portaba 16 misiles intercontinentales con 48 cabezas nucleares en total; Le Triomphant -101 de equipaje-, otro tanto. Cada navío cargaba una potencia nuclear equivalente a la de 1.248 bombas atómicas como la arrojada en Hiroshima. Una explosión habría contaminado definitivamente el Atlántico y arrasado ciudades enteras. Entre otras cosas.
Nadie sabe cómo los dos submarinos lograron colisionar en un espacio pariente de la inmensidad. Por fortuna, navegaban a poca velocidad: las tripulaciones no sufrieron daño y el arsenal nuclear quedó intacto, aunque reparar los navíos llevará meses e insumirá fondos que ascenderán a unos 100 millones de dólares. Otra incógnita es por qué no se detectaron mutuamente, equipados como están con modernísimos equipos de sonar. Tal vez se encontraban en estado de “sonar pasivo”, lo que les permite moverse en silencio sin emitir ondas detectables por otro buque, un avión o algún sistemas de vigilancia marina. Es irónico que gran parte de los esfuerzos técnicos en la materia se hayan centrado últimamente en diseñar submarinos que produzcan el menor ruido posible. “El operativo de detección fue demasiado tardío o no se puso en marcha”, señaló el especialista Stephen Saunders (The Independent, 17-2-09). “Distracciones” como ésta, azares como éstos, pueden provocar una tragedia humana irreparable. Ante esta posibilidad notoria, los gobiernos de los países nucleares siguen impasibles.
El Primer Lord del Almirantazgo británico, Sir Jonathan Band, y el ministro de Defensa francés, Hervé Morin, trivializaron el “percance”. Una síntesis de sus declaraciones sería “finalmente, nada pasó”. En conferencia de prensa surgió una pregunta sobre el tema y Sir Jonathan afirmó –con gesto fastidiado- que el choque no había afectado a las tripulaciones, que los submarinos “sólo habían sufrido rasguños” y que la seguridad nuclear no había corrido riesgos. Hervé Morin –que días antes sostuvo que el Triomphant había tropezado con un container- incursionó en comparaciones marinas: “Se trata de una problemática tecnológica extremadamente simple: estos submarinos son indetectables. ¡Hacen menos ruido que un camarón!” (Le Monde, 17-02-0). No es el caso, obvio, de un estallido atómico.
Estas versiones no conformaron a Angus Robertson, líder parlamentario del Partido Nacional Escocés. Exigió que el ministro de Defensa británico explicara “cómo es posible que un submarino con armas de destrucción masiva choque con otro submarino con armas de destrucción masiva en medio del segundo océano más grande del mundo” (The Guardian, 16-2-09). Otras preguntas: ¿qué hacían esas naves rebosantes de armas nucleares en las profundidades del Atlántico? El almirante Band indicó que se trataba “de patrullajes de rutina”, pero ¿cuál será esa “rutina”? ¿Por qué ocultaban su presencia? ¿Con qué regularidad los envían a dar vueltas por ahí? ¿Los aliados no se intercomunican los itinerarios? Parecería que priva el secreto de tales operaciones entre los miembros de la OTAN, cualquiera fuere el peligro que esto entraña para la humanidad.
“Es una pesadilla nuclear de nivel superlativo”, calificó Kate Hudson, directora de la Campaña por el Desarme Nuclear (CND, por sus siglas en inglés), organismo internacional de Gran Bretaña que lucha para alcanzar esa meta desde hace más de medio siglo. “Es el incidente más grave desde el hundimiento del Kursk y la primera vez desde la guerra fría que se sabe del choque de dos submarinos nucleares”, subrayó (http://www.cnduk.com/, 16-2-09).
El submarino misilero ruso Kursk explotó y zozobró en el Mar de Barents en agosto del 2000. Murieron sus 118 tripulantes.
Persiste el silencio sobre las razones que causaron la colisión y no cabe esperar que alguna vez se aclaren públicamente. Se ignora si fue una casualidad inconcebible o la consecuencia de una decisión estratégica que terminó mal. Lo cierto es que este “azar extraordinario”, como lo calificó el ministro Hervé Morin, abre interrogantes graves sobre la seguridad del planeta. ¿Qué lo amenaza más? ¿El terrorismo? ¿Esta clase de azar?
Por Juan Gelman
El Océano Atlántico es el segundo en extensión y volumen del planeta: 106,4 millones de kilómetros cuadrados y 323,6 kilómetros cúbicos, respectivamente. Pero el submarino nuclear británico HMS Vanguard y su semejante francés Le Triomphant consiguieron un casi milagro: chocar en aguas oceánicas profundas el 6 de febrero pasado. El hecho sólo se conoció diez días después y el milagro completo fue que no se produjo una catástrofe inédita: el Vanguard, con 135 hombres a bordo, portaba 16 misiles intercontinentales con 48 cabezas nucleares en total; Le Triomphant -101 de equipaje-, otro tanto. Cada navío cargaba una potencia nuclear equivalente a la de 1.248 bombas atómicas como la arrojada en Hiroshima. Una explosión habría contaminado definitivamente el Atlántico y arrasado ciudades enteras. Entre otras cosas.
Nadie sabe cómo los dos submarinos lograron colisionar en un espacio pariente de la inmensidad. Por fortuna, navegaban a poca velocidad: las tripulaciones no sufrieron daño y el arsenal nuclear quedó intacto, aunque reparar los navíos llevará meses e insumirá fondos que ascenderán a unos 100 millones de dólares. Otra incógnita es por qué no se detectaron mutuamente, equipados como están con modernísimos equipos de sonar. Tal vez se encontraban en estado de “sonar pasivo”, lo que les permite moverse en silencio sin emitir ondas detectables por otro buque, un avión o algún sistemas de vigilancia marina. Es irónico que gran parte de los esfuerzos técnicos en la materia se hayan centrado últimamente en diseñar submarinos que produzcan el menor ruido posible. “El operativo de detección fue demasiado tardío o no se puso en marcha”, señaló el especialista Stephen Saunders (The Independent, 17-2-09). “Distracciones” como ésta, azares como éstos, pueden provocar una tragedia humana irreparable. Ante esta posibilidad notoria, los gobiernos de los países nucleares siguen impasibles.
El Primer Lord del Almirantazgo británico, Sir Jonathan Band, y el ministro de Defensa francés, Hervé Morin, trivializaron el “percance”. Una síntesis de sus declaraciones sería “finalmente, nada pasó”. En conferencia de prensa surgió una pregunta sobre el tema y Sir Jonathan afirmó –con gesto fastidiado- que el choque no había afectado a las tripulaciones, que los submarinos “sólo habían sufrido rasguños” y que la seguridad nuclear no había corrido riesgos. Hervé Morin –que días antes sostuvo que el Triomphant había tropezado con un container- incursionó en comparaciones marinas: “Se trata de una problemática tecnológica extremadamente simple: estos submarinos son indetectables. ¡Hacen menos ruido que un camarón!” (Le Monde, 17-02-0). No es el caso, obvio, de un estallido atómico.
Estas versiones no conformaron a Angus Robertson, líder parlamentario del Partido Nacional Escocés. Exigió que el ministro de Defensa británico explicara “cómo es posible que un submarino con armas de destrucción masiva choque con otro submarino con armas de destrucción masiva en medio del segundo océano más grande del mundo” (The Guardian, 16-2-09). Otras preguntas: ¿qué hacían esas naves rebosantes de armas nucleares en las profundidades del Atlántico? El almirante Band indicó que se trataba “de patrullajes de rutina”, pero ¿cuál será esa “rutina”? ¿Por qué ocultaban su presencia? ¿Con qué regularidad los envían a dar vueltas por ahí? ¿Los aliados no se intercomunican los itinerarios? Parecería que priva el secreto de tales operaciones entre los miembros de la OTAN, cualquiera fuere el peligro que esto entraña para la humanidad.
“Es una pesadilla nuclear de nivel superlativo”, calificó Kate Hudson, directora de la Campaña por el Desarme Nuclear (CND, por sus siglas en inglés), organismo internacional de Gran Bretaña que lucha para alcanzar esa meta desde hace más de medio siglo. “Es el incidente más grave desde el hundimiento del Kursk y la primera vez desde la guerra fría que se sabe del choque de dos submarinos nucleares”, subrayó (http://www.cnduk.com/, 16-2-09).
El submarino misilero ruso Kursk explotó y zozobró en el Mar de Barents en agosto del 2000. Murieron sus 118 tripulantes.
Persiste el silencio sobre las razones que causaron la colisión y no cabe esperar que alguna vez se aclaren públicamente. Se ignora si fue una casualidad inconcebible o la consecuencia de una decisión estratégica que terminó mal. Lo cierto es que este “azar extraordinario”, como lo calificó el ministro Hervé Morin, abre interrogantes graves sobre la seguridad del planeta. ¿Qué lo amenaza más? ¿El terrorismo? ¿Esta clase de azar?
domingo, 22 de febrero de 2009
JAMBRINA ARRASA
martes, 17 de febrero de 2009
ADIÓS A "ESTOY EN EL MACDONALD´S DE LA PLAZA DE ESPAÑA DE ZARAGOZA"
Creo que el Ayuntamiento de Zaragoza debería hacer algo para que Macdonald´s siguiese estando donde está.
jueves, 12 de febrero de 2009
martes, 10 de febrero de 2009
JOSÉ DANIEL GARCÍA ESCRIBE SOBRE "CALOR" EN "EL DÍA DE CÓRDOBA"
Altas temperaturas
José Daniel García Actualizado 09.02.2009 - 05:00
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1 voto
Manuel Vilas (Barbastro, 1962) es novelista y poeta. En el campo de la narrativa ha publicado el libro de relatos Zeta (DVD, 2002) y las novelas Magia (DVD, 2004) y España (DVD, 2008). Como poeta, es autor de los libros El Cielo (DVD Ediciones, 2000) y Resurrección (Visor, 2005) y el año pasado ganó la sexta edición del Premio de Poesía Fray Luis de León con un libro cuya lectura resulta tan intensa como su mismo título: Calor. Este último poemario podría definirse como una ópera rock de múltiples voces en las que el yo alcanza distintos tonos y es, al mismo tiempo, solista y responsable del grito desgarrador que pretende inflamar el mundo. Vilas sitúa los escenarios en el extrarradio de las ciudades, esos círculos infernales en permanente construcción, incombustibles, donde las altas temperaturas derriten los climatizadores, pero donde únicamente es posible el reciclaje, la transformación. En su concierto no podían faltar estrellas invitadas como Lou Reed, con la Velvet Underground y en solitario, cantando a un amor que devora los recintos urbanos, únicos espacios "reales" para la vida. The kids are alright, los chicos están bien, es la canción que obsesiona al poeta porque, al igual que The Who, Vilas repara las grietas de la postmodernidad con optimismo y fraternidad…, al mal tiempo, buen rollo. Vivir es la única salida posible a la desolación. El cuerpo es principio y fin de todas las experiencias, un santuario y también un vertedero, ambos en torno al mismo fuego purificador, el calor como sinónimo de vida y destrucción.Los poemas reflejan en su estructura esos espacios de incertidumbre de la ciudad y son construidos en verso libre y en prosa, con un ritmo intenso, vertiginoso a veces, pero nunca hiperbólico. El escritor recoge la voz de los que prefieren estar callados, es un "amante que ha amado a hombres y mujeres que/ no influyen en el río de la historia, que no tienen poder ni/ riqueza ni prestigio ni astucia ni inteligencia", sin caer en la retórica panfletaria ni equiparar al ciudadano medio con el salvaje inocente de la antropología victoriana. Antes bien, pone de manifiesto el cinismo de los oprimidos que sueñan con ser opresores en un juego sutil de crítica social, atropellando la desesperación y el desamparo con su Mazda 6 último modelo cuyos motores rugen como el estómago hambriento del mundo.Destaca en este libro, además de su vitalismo, un acecho original al mundo tanto en los textos como en los títulos, no exentos de ácida ironía. Cito como ejemplo Lluvia, poema en el que se hace un repaso a la historia reciente de España a partir de la retransmisión televisiva de la boda de los Príncipes. También me atrevo a señalar una especie de paganismo irreverente que aparta las cenizas de las mentiras oficiales y venera lo cotidiano, la materia en todos sus estados, como puede leerse en la elegía a su viejo coche, compañero de farras y viajes, sustituido por un nuevo vehículo gracias al plan prever: "Adiós, hermano mío, la grúa fúnebre te conduce/ al infierno del desguace […] Pareces un rey. / Soy el único que ha venido a tu entierro."Calor es un poemario luminoso. En sus páginas se recoge la única claridad a la que puede acceder el hombre de hoy, la que él mismo ha fabricado: "luz de la ciudad, eres mi novia, mi espejo y mi alegría".
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"El Día de Córdoba", 9-2-09.
domingo, 8 de febrero de 2009
EDUARDO MOGA PUBLICA UNA RESEÑA SOBRE "CALOR" EN LA REVISTA "LETRAS LIBRES"
sábado, 7 de febrero de 2009
jueves, 5 de febrero de 2009
MIGUEL ESPIGADO PUBLICA UN ESPLÉNDIDO Y EXHAUSTIVO ARTÍCULO SOBRE "CALOR" EN EL NÚMERO DE FEBRERO DE LA REVISTA "QUIMERA"
miércoles, 4 de febrero de 2009
CICLO "TODAS LAS FIESTAS DEL MAÑANA".
martes, 3 de febrero de 2009
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