viernes, 31 de octubre de 2008

GIORNO EN "EL PÁRAMO"

Yo creo que todos los que estuvimos en la lectura de poesía del poeta neoyorquino John Giorno en el bar El Páramo no olvidaremos fácilmente esa noche. Era como si nos hubieran traído un trozo de la vida cultural de la Nueva York de los sesenta a Zaragoza. Giorno vino a Zaragoza de la mano de dos estupendos poetas aragoneses: Ignacio Escuin y David Mayor. La presencia de John Giorno en Zaragoza será histórica. El Páramo se llenó de poetas y artistas. José Luis Esteban interpretó poemas beatniks de Giorno y Ferlinghetti. José Javier García incendió su guitarra con fuego subterráneo. Y claro, sonaba la Velvet Underground. Giorno tiene una personalidad magnética y posee una sonrisa angelical. Parece un emblema de la bondad. Es un hombre libre. Es un americano radiante. Bueno, también yo soy un español radiante. Está reciente la aparición en España de su último libro, titulado “La sabiduría de las brujas” (DVD Ediciones). El libro está traducido por el poeta Martín Rodríguez Gaona, que estuvo también en Zaragoza y que acompaña a Giorno en su gira española. Yo le pregunté a Giorno por Lou Reed. Giorno venía de estar con Reed en Barcelona. Giorno y Reed se conocen desde mediados de los sesenta, desde los tiempos de la Factory de Andy Warhol. Lou se pasea por el mundo con dos asistentas: qué bien, qué chulo. El nombre clave de toda esa cultura neoyorquina es Warhol, que fue una especie de padrino general de una movida que sigue vigente. Me gustó mucho ver a tantos poetas aragoneses escuchando a Giorno. Igual me dejo a alguno pero por allí estaban: Jesús Jiménez, Ortiz Albero, Miguel Serrano, Almudena Vidorreta, Dolan Mor, Julio Espinosa, Manolo Forega, Brenda Ascoz, Diego Palmath, Miguel Angel Yusta, Eduardo Fariña, Fernando Sarría, Carmen Ruiz, etc, etc. También estaba la gente del Teatro del Temple, como Carlos Martín, la guapísima María López, y Alfonso Plou, escritores como Félix Romeo, cantantes como Chiqui Lento, y muchos fans de las leyendas beatniks. Giorno arrasó.
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Fe de erratas: OCTAVIO!!!!!!!!!!!!!!
Publicado en "Heraldo de Aragón", 29-10-08.

miércoles, 29 de octubre de 2008

martes, 28 de octubre de 2008

JUAN MARQUÉS ESCRIBE SOBRE "CALOR" EN "CUADERNOS HISPANOAMERICANOS"

Calor, Manuel Vilas
Madrid, Visor, 2oo8. 64 pp. 8 euros

Juan Marqués


Manuel Vilas (Barbastro, 1962) tuvo que visitar El cielo (Barcelona, DVD, 2000) para encontrar su voz, el inconfundible tono que después vivió su Resurrección (Madrid, Visor, 2005) y ahora ha vuelto a ascender en forma de Calor (Madrid, Visor, 2008). Los tres primeros libros del autor, publicados a lo largo de los noventa, quedarán como testimonios de una búsqueda, de un tantear, de un acercarse paulatinamente a la que parece que va a ser la poética definitiva de Vilas, para regocijo de los que conectamos inmediatamente con ella, y que lo convierten seguramente en el mejor poeta aragonés de hoy (aunque los hay tan buenos como David Mayor, Fernando Sanmartín, Ángel Gracia, Sergio Algora, Ignacio Escuín Borao, Jesús Jiménez Domínguez o –por qué no– Enrique Bunbury, Santiago Auserón, Eva Amaral, Carmen París o “Kase-O”, sin olvidar los magníficos poemas que Ismael Grasa incluyó en Nueva California –Zaragoza, Xordica, 2003–).
“El último hombre” y “El nadador” fueron y siguen siendo dos gloriosas parcelas de El cielo, protagonizadas ya por ese personaje ocioso, viajero y observador que venía a encarnar una versión contemporánea de ese hombre casi omnipotente al que Walt Whitman llamó “Walt Whitman” en sus versículos: alguien que deambula por todo tipo de paisajes clamando por la belleza y la bondad de la vida, anunciando un mundo ordenado en su variedad, consolador en su sufrimiento, hermoso en su ebullición. No en vano, en Resurrección leímos cómo algunos de los mejores poemas (el ya casi mítico “Audi 100”, por ejemplo, o “Autopista de San Sebastián”) daban cuenta de los pasos de un “Manuel Vilas”, así nombrado, tocado con el don de la dicha, de una alegría generosa, desbordante y no poco desengañada. Cierto que su “hábitat” era el de los prehistóricos pero postmodernos desiertos de la provincia de Zaragoza, las gasolineras derretidas por el sol, pueblos con más letras en su nombre que habitantes... y no el de la exuberante América de cóndores, esclavos y primeros rascacielos, esa América total en la que el infeliz Walt Whitman puso a explorar y cantar al semidiós “Walt Whitman” en uno de los poemas más grandiosos, y profundamente humildes que se hayan escrito nunca (pues, como ha creído hace poco Rafael Cadenas, “Whitman se canta a sí mismo como hombre, no como ego” –en Habla Walt Whiman, Valencia, Pre-Textos, 2008, p. 15–). “Llevo a Walt Whitman en el corazón, en el gigantesco corazón”, se lee en el último poema de Resurrección (“Nueva York”: p. 118).
La voz poética de Calor, una vez más, exalta los placeres (y también los vicios, sin sombra de puritanismo) para celebrar la vida, pero si en El cielo había cierto espacio para la reflexión moral de estirpe humanista, la intención última de Calor, como admite sin problemas el propio poeta, tiene mucho más que ver con un contenido de sabor político. Un revelador episodio de la guerra de Irak (“Walking On The Wild Side”), una iconoclasta y corrosiva crónica de nuestra última boda real (“La lluvia”) y referencias a los conflictos domésticos (“Amor mío”), el calentamiento global (“Aire Nuestro”) o el grotesco precio de la vivienda (“El Comulgatorio”), conviven con un suicidio rescatado de las bodegas de la memoria del autor (“1985”), la despedida al padre fallecido (“El Crematorio”) y una sentida elegía a un fiel coche acabado (“HU-4091-L”), o con poemas más desatados y errantes como “Los chicos están bien” y “Mazda 6” (que son, a mi juicio, los dos mejores textos del libro). Son sólo catorce poemas largos (la mitad de ellos en una prosa que es, curiosamente, superior a la de los libros en prosa de Vilas) en los que también hay páginas que dan la voz a un plutócrata envilecido y nihilista monologando en navidad (“Ninguna revolución a la vista. Ninguna clase social tratando de salir de la mugre. Esta mugre inmensa. No hay fusilamientos de tiranos. No hay ni tiranos. No hay violaciones de las hijas adolescentes de las reinas neuróticas. Hay presidentes de comunidad de vecinos. Este aburrimiento universal. La gente cumple cuarenta años y luego cincuenta. Y luego se mueren y es como si nunca hubieran estado vivos. Ricos y pobres, vivos y muertos. El Mal me calienta el estómago”: “El árbol de la vida”, p. 17) , un canto a la “Fraternidad” (voluptuoso y torrencial en su conciencia del dolor: “Todo cuanto viene de los hombres, la guerra, la enfermedad, la ciencia, el amor, la historia, los cosméticos, los bañadores, yo lo amo”: p. 22), un cuento sobre un control de “Alcoholemia” que se complica, o perifrásticas reflexiones sobre la “Cocaína” y el “Sida” (que serían, tal vez, los dos poemas menos inspirados del conjunto).
“El calor es enemigo de la civilización, / dijo Nietzsche, y estaba pensando en España”, leemos en “Sida” (p. 32), y al filósofo alemán iba dirigido el primer poema de El cielo (“estoy aquí, en una habitación, / frente a tus miles de palabras, palabras en las que nadie cree, / palabras destrozadas, que me servirán, si las recuerdo bien, / para que me den una plaza en colegio de provincia / de España, país que no te dignaste –tus razones tendrías– / conocer, atravesar, tocar como se toca el cuerpo de la vida. / Al fin y al cabo, no figuran genios de España / en este temario de filosofía”: “Cien años después”, p. 13), en una alabanza que tenía mucho de anuncio, de declaración de intenciones. A partir de esa página Manuel Vilas reinventaba su poesía y la lanzaba hacia un vitalismo descarnado, poderoso y libérrimo, un canto a la gloria de la existencia a partir de sus miserias, del caos, del ser consciente de la fecha de caducidad del futuro. Ya que parece que no nos queda sino aguardar el apocalipsis, los protagonistas de la poesía de Vilas apuestan por entregarse a los regalos de este mundo (los placeres del cuerpo, fundamentalmente: la comida, el alcohol, el sexo, la música, las drogas, la velocidad, el sol sobre la carne...), pero también al altruismo, la generosidad, el amor. En Calor, sin embargo –y como apunta Luis García Montero en la contracubierta– la carga de crítica social está algo más acentuada, más afilada. El hedonismo sigue siendo protagonista, pero convive con temas de actualidad que, en su sola mención, ya son protesta. Habrá quien se enfade creyendo que Vilas frivoliza con asuntos tan serios como la guerra, la violencia doméstica, los accidentes de tráfico o la macroeconomía criminal, pero creo que ese lector no habrá comprendido que ése es el modo que ha encontrado Vilas de denunciar: un modo antisolemne, irónico, gamberro y relativamente desenfadado (pero no exactamente lúdico), y está por demostrar que esa vía no es más eficaz que la de la presentación fría, cruda, directa, de nuestros principales problemas comunes.
Otro indicio de esto: en Calor se habla mucho menos de literatura que en El cielo y Resurrección, que rebosaban nombres de escritores (en el estupendo poema “Michaux”, por ejemplo, cenaban inolvidablemente Joyce y Hemingway) y referencias intertextuales, bien en forma de exergos, bien de préstamos. El nuevo libro prescinde de esa carga culta, continua y explícita en los otros, y se fija más en lo que nos rodea. Ya se ha dicho que se cita a Nietzsche, y además se menciona a Virgilio, Faulkner, Dante, Kafka, Dostoievski o Rubén Darío, hay títulos que remiten a Lou Reed y Baltasar Gracián, laten ecos del Poeta en Nueva York (...“las calaveras, los teatros”...: p. 46) y de la historia del rock, se actualiza el tópico del Ubi Sunt en un poema a la muerte del padre (“Y mis ganas de amar, ¿qué fue de ellas?”: p. 54)..., pero poco más. También lo aconsejaba Whitman: “No hacer citas ni referencias a otros escritores” (ver Habla Walt Whitman, cit., p. 77 –y no se me escapa la paradoja de estar citando convincentes citas contra las citas–). La que preside Calor es del grupo de rock The Who (“I ain´t gone away yet”, dice, y se traduce después en p. 53, dentro del poema “Los chicos están bien”, título y espíritu procedente del tema de The Who “The Kids Are Alright”, presente además en “Alcoholemia” y ya utilizado hábilmente por Vilas en un encuentro de poesía joven en Zaragoza que después dio el fruto de una buena antología homónima, publicada por la editorial Olifante en 2007, donde figuran, efectivamente, algunos de los que mejor están –en lo que a la poesía se refiere–: Luis Muñoz, Lorenzo Oliván, Carlos Pardo, Elena Medel, Martín López-Vega o los ya aludidos David Mayor, Ángel Gracia y Jesús Jiménez Domínguez).
Todo parece, entonces, en su sitio, en la poesía de Vilas, en esa voz inflamada, en ese positivo afán de totalidad. El protagonista del mundo es el sufrimiento pero hay que sentirse bendecido por la vida (“no quiero ponerme grave, no quiero ponerme triste; lo que quiero es ser feliz”: p. 39). Ése es el mensaje principal que “Manuel Vilas” comunica a los alumnos de un instituto del extrarradio de Zaragoza en “Mazda 6” (p. 27): “Les dijo a sus chicos que tenían que estar contentos de estar vivos. / Repitió el verbo estar, sí. / Que el hecho de estar vivos era grande, / nada había tan grande como eso”.
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Publicado en "Cuadernos Hispanoamericanos", nº 700, octubre, 2008.

lunes, 27 de octubre de 2008

Aventuras de SERGIO GASPAR

El sábado por la noche me llamó mi editor y sin embargo amigo íntimo Sergio Gaspar para decirme que iba a cenar, en Barcelona, con Lou Reed. Y cenó con Lou Reed, y con John Giorno y su tradcutor al español Martín Rodríguez Gaona. Anoche, en Zaragoza, conocí a Giorno, que es un tipo estupendo y un poeta excelente. Giorno ha venido a Zaragoza, de la mano de los poetas Nacho Escuin y David Mayor, a dar una sesión de spoken word en el bar Páramo esta noche. Sergio Gaspar cenó en un chino de las Ramblas con Lou Reed. Me dijo Sergio que LR come sin sal y que bebe cervezas sin alcohol, y me dijo "tranquilo, Manolo, de estatura Lou es más bajo que nosotros". LR solo sabe decir una palabra en español "Lorca". Sergio Gaspar me dijo que si hubiera podido se hubiera metarmofeseado en Vilas en esa cena. A la hora de la despedida, Lou Reed, caballeroso, besó la mano de María Fortuny, la coeditora de DVD Ediciones. Pienso ahora en Gaspar mirando a Reed, y Reed mirando a Gaspar. Creo que en los dos rostros Gaspar/Reed hay una comunión simbólica importante. De hecho, Gaspar me dijo que Reed le miraba constantemente. Algo estaba pasando, pero ¿qué? Estaban llamados a encontrarse.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Casete Cartucho


A principios y mediados de los 70, los radiocasetes de los coches usaban este tipo de cinta, llamada casete cartucho. Era una casete grande, de 8 pistas. Era una casete que estaba más acorazada que la cinta pequeña, lo cual permitía amortiguar el movimiento del automóvil y los posibles defectos o saltos en la audición. Duró poco. Fue sustituida por la casete de tamaño estandar.
Estoy escribiendo sobre este asunto de las casete cartucho. Cualquier información sobre esta tecnología extinta será bienvenida.

martes, 14 de octubre de 2008

Neo 3




Todo Neo 3 estuvo lleno de cosas que me interesaban. Tal vez el tema que más me fascinó fue el del posporno. Yo he escrito, aunque nunca de forma directa, sobre temas relacionados con la pornografía. De hecho, en “España” todo el capítulo titulado “El cadáver encendido” va sobre eso aunque no de forma directa. En la mesa en la que yo participaba salió el viejo asunto de ficción y no-ficción. Mi posicionamiento aquí es complejo y personal y completamente literario. Para mí todo es ficción en la medida en que todo acaba no-siendo. Tengo que hacer grandes esfuerzos para creer que lo real es real y no convencional. Evidentemente, si me caigo por las escaleras la hostia que me doy es real, y etc, etc, etc, no estoy hablando de eso, sino del estatuto final de la experiencia humana que nos aboca a la ficción. La memoria es ficción, lo es el tiempo, lo es el pasado de la gente; ficción son los muertos. Ficción es la Historia en la medida en que la Historia ya no-es (lo dice Ballard a su manera). El Ser cuando declina declina hacia la ficción. El hombre que va a morir contempla su vida como ficción. Pero una ficción bien asumida no está exenta de libertad. Hasta Elvis es ficción, madre mía. Está cantando Elvis en este instante "An American Trilogy" mientras escribo esto. Es una voz grabada. Una voz grabada sonando en una urbanización de un barrio de una ciudad media española. No obstante, podría aceptar como real este instante y los cinco o diez minutos que siguen a este instante. Más allá de este ahora mismo todo se derrumba. Entiendo que esto es inasumible, pero es mi forma de ver este asunto. También Nietzsche dijo que necesitábamos el olvido para soportar la vida; tal vez olvido y ficción es la misma cosa. La inconsistencia de la realidad es un tema literario, pero antes que nada es un tema humano. No es un tema que cause tristeza, en absoluto. Hay una alegría en el desmoranamiento del estatuto de la realidad. Imagino que los santos del cristianismo iban al martirio con la plena conciencia de la inconsistencia de la realidad. Esos santos debían leer la inconsistencia de la realidad como si esta fuese un código informático. Borges tituló "ficciones" a uno de sus mejores libros. ¿Estaba queriendo parecer un escritor metaliterario? Rotundamente no. Estaría pensando en la vida de su padre y en la de sus abuelos cuando tituló así el libro. Me gusta del Quijote de Welles la cara desencajada, completamente ida, del actor que interpreta al héroe cervantino. La cara del máximo conocimiento, un conocimieno primigenio, el que rompe la convención de la realidad. Menuda fiesta. El Posporno para mí es eso también: una ruptura política de la realidad. Lo que sale de esa ruptura, obviamente, es otra ficción, pero de eso se trata, de una interminable fiesta de las ficciones. Podríamos considerar la pornografía como un intento de realidad. Incluso biológica y psíquicamente el coito es otro índicio "fuerte" de realidad. La literatura que me gusta estaría en esa estela, en la estela de la festividad coital. ¿Cuándo somos reales? El sexo es la mayor droga de realidad, es droga biológica y no social, de ahí que sea tan potente. Nos parece que lo biológico no es ficción. ¿Para qué huir de la ficción, no obstante? Celebrar la ficción como un don poético puede ser una solución llena de pureza, eso intuí en el vídeo "Nocilla" que Agustín Fernández Mallo proyectó al final de Neo3. La ficción es un don. La ficción es humildad. Pero sí, confieso que el ahora mismo es real y me gusta que sea real.
Crónica de "El País":

miércoles, 8 de octubre de 2008

martes, 7 de octubre de 2008

NEO 3 CONGRESO: LA LITERATURA EXPANDIDA

Neo 3: nuevas tendencias en Literatura

del 9 al 11 de octubre en Barcelona

Programación:

http://www.bcn.cat/cultura/neo3/

sábado, 4 de octubre de 2008

Asesinato justo

Ayer fui a ver la película "Asesinato justo", donde trabajan dos de mis actores favoritos, Robert de Niro y Al Pacino. La película es, sencillamente, malísima. No vale ni cincuenta céntimos. Y me costó seis euros, porque me dio por sacarme una entrada VIP. Los asientos VIP son estupendos. Cuero rojo. Sensación de nave espacial. Sensación Coche Fantástico asegurada. Menos mal de los asientos VIP, que entretuvieron mi aburrimiento ante semejante bodrio.
Sin embargo, no me sentí timado: el haber estado dos horas allí sentado, en ese maravilloso trono de cuero, mientras Al Pacino y De Niro hacían lo que podían con ese guión penosísimo, valió la pena. Es curioso: si me hubiera sacado una entrada estándar, de butaca estándar, sí me habría sentido timado.
Un Minute Maid con sabor a hierbabuena vale 3,10 en los cines de Gran Casa.

Erique Villagrasa escribe sobre "Calor" en la revista "Qué leer".


"Qué leer", número de octubre.

viernes, 3 de octubre de 2008

MINUTE MAID

Minute Maid es una marca de zumos y limonadas, etc. Acaba de sacar una limonada con sabor a hierbabuena, que es abosolutamente insuparable. Es excepcional. No lleva alcohol, pero coloca.
Estoy completamente fascinado con esta limonada. La botella es, además, preciosa. La primera vez que probé esta limonada tuve que sentarme del susto y de la alegría y reflexionar un rato, reordenar mis prioridades, no podía ser que me hubiese enamorado de una limonada.
La web de Minute Maid:

jueves, 2 de octubre de 2008

CUÉNTAME

Me ha gustado mucho el capítulo de hoy de la serie de televisión "Cuéntame". Me gusta el Dodge de Desi. Es un 3700 GT. Está muy bien el viaje de los Alcántara a Canarias. El lío extramatrimonial de Desi acaba mal. Están en la playa. Mercedes y Clara se ponen en toples. Pero no se ve ese toples. ¿Por qué? A Antonio Alcántara le propone un matrimonio alemán un intercambio de pareja. La mujer alemana es muy sexi, muy provocativa. Y Alcántara dice que no, claro. Está muy bien la habitación del hotel de Gran Canaria. Básicamente, la clase media española de 2008 sigue haciendo lo mismo que hacen los Alcántara en 1976. Mercedes estrena bañador, un biquini estupendo. Qué bien le queda.
Yo soy un fan de esta serie. Es lo mejor de la semana. Antonio Alcántara se lleva traje a las Canarias. Mantenían el tipo aquellos hombres. Salen a cenar. Bailan. Fuman. Antonio va con su traje, que le queda muy bien. La corbata. El cuello de la camisa bien planchado, duro, terso. Desi se ha quemado la espalda por no ponerse crema. Clara, su mujer, se pone un modelito sexi. Desi lo lleva fatal: tiene un lío con la prima de su mujer. La prima no deja de llamarlo. Lo llama a Canarias, desde Madrid. Pobre Desi. Menos mal que tiene un Dodge 3700 GT.

Dos blogs

Dos blogs de dos poetas:

Beatriz Russo:

http://atravesdelojodebuey.blogspot.com/

Sagrario Manrique:

http://manrique.6x.to/

Un poema de "Calor"

LA LLUVIA



Madrid, 22 de mayo de 2004.


Vimos el Rolls del año 53 con las ruedas blancas
(mil kilómetros en cincuenta años)
en las teles de los bares del barrio del Actur de Zaragoza.
Sostenía en mi mano una copa de vino blanco fría
y ya hacía calor en España,
los hoteles del Mediterráneo estaban de limpieza general,
habitaciones abiertas con camareras esmeradas, esperando
la llegada de setecientos mil ingleses,
un millón de alemanes, cuatrocientos mil franceses,
cien mil suizos y cien mil belgas.
Estábamos con un vino blanco en la mano y los cuellos
levantados hacia el televisor.

No vino Isabel II de Inglaterra; Isabel II
sólo aceptaría ir a la boda del Rey de Francia
y, como en Francia no hay Rey, Isabel II
se queda en palacio para siempre, reclinada sobre el mundo.
Son los súbditos de Isabel II los que aman el sol de España
y la cerveza barata,
los que exhiben la bandera británica
en las terrazas frente al mar.


Crepusculares casas reales venidas
de los rincones más oxidados de la historia
el 22 de mayo de 2004 surgieron en las televisiones de España,
países nórdicos, lejanos y prósperos, fríos, alejados
de este corazón inacabable.
Rouco Varela cantando la misa.
No vino el presidente de la República Francesa.
Los arzobispos, bicolores, felices.
El nombre de Dios dicho en voz alta muchas veces.
La terca obsesión en nombrar a Dios, nombrarlo
como quien nombra el poder, el dinero,
la resurrección, la guillotina, la cárcel, la esclavitud.
El emperador del mundo se quedó en América,
ajeno a los ritos menores de sus provincias.
Los enormes paraguas azules.
Levantarse a las seis de la mañana
para que te maquillen, te depilen, te hagan la manicura,
qué felicidad tan grande.
Los grandes desayunos, los cubiertos de plata,
los mejores vinos y las colonias bárbaras.
Las duchas gigantescas, las suites, los bombones suizos,
las zapatillas de oro, los eslips de platino,
el zumo de naranja con naranjas atroces.
El lujo y el servicio, siempre gente abriéndote las puertas.
La sonrisa permanente.
Los profesionales de la sonrisa permanente,
esa sonrisa representa el trabajo más inhóspito de la historia.
¿Sonreír? ¿Por qué?

Y Umbral, y Gala, y Bosé, y A., y J., y Ayala, y M. M.
entrando en la Catedral de la Almudena,
recompensados, elegidos,
a la diestra colocados, los jefes de la inteligencia española,
de la subida española, de la gran crecida.
La gran subida, la gran ascensión.
Y los ciento noventa quemados vivos tuvieron su homenaje,
el absurdo pueblo mutilado, el goyesco pueblo
elemental y monárquico,
el Rolls pasó ante ellos.
Y el expresidente del gobierno bebió Rioja Reserva del 94,
todos los expresidentes de España, con su chaqué,
y sus mujeres en un segundo plano,
protectoras, devoradas, confundidas
para siempre, pero felices de haber llegado allá,
allá lejos, allá donde el aire es de oro y la mano coge el mundo,
allá donde España entera quiso que estuviesen
y la legitimidad democrática es un fulgor definitivo.

Las pamelas iridiscentes, los yugos en la cabeza,
los yugos bajo el cielo oscuro.
Y José María Aznar y Jordi Pujol
y Felipe González, juntos de nuevo.
Y los tres se sintieron satisfechos viendo la obra bien hecha,
la sucesión de Franco, la mano europea, paternal,
sobre nuestras cabezas,
la sucesión de Franco, las mantillas del franquismo
metidas en los armarios,
chillando de envidia y respirando naftalina muy blanca.
Y Juan Carlos I cargando con España,
porque quién si no cargaría con España,
con la historia de España, el sello papal en el dedo meñique.
Y Zapatero con su Sonsoles, voluptuosa, sonriente,
su tipo le hubiera gustado a Baudelaire o a Julio Romero.
Sonsoles parecía un Delacroix:
la anatómica Libertad guiando al pueblo,
pamelas vistosas, el rito político,
la aburrida historia,
los pechos caídos.

Y socialistas y liberales y ultramontanos juntos,
la izquierda y la derecha maridadas,
las nóminas engrandecidas hasta la saciedad,
buscando lo mismo todos, un Delacroix parecía Sonsoles,
la nueva reina de España,
del reparto de los despachos, las glorias,
los largos viajes por el mundo en aviones oficiales,
los oros laicos.
Ateos convertidos bajo el fulgor de las pamelas,
creyentes con el billetero ateo.
El poder en todo tiempo siempre igual a sí mismo.
La historia humana en todo tiempo como ya fue hace tiempo.
El mismo tiempo siempre.
Repitiéndose la esencia de España, la esencia del mundo grande.

Y nosotros bebiendo en el Actur, al lado de las grúas y del Hipercor,
felices de que nos dejen beber este vino
frío en una copa medio limpia, felices
de poder pagar este vino y dos más.

Y la palidez privada de la reina Rania de Jordania.
Y la lluvia.


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MV, "Calor", Visor, 2008.

miércoles, 1 de octubre de 2008

FERLOSIO

1.-Leo en la prensa estas declaraciones de Rafael Sánchez Ferlosio: "Odio a España desde siempre, pero no me iría a vivir al extranjero". Me parece una afirmación brillante. Me jode que no se me haya ocurrido a mí. Es una síntesis perfecta. No es el rollo ese del "odi et amo"; es la pereza de tener que irse a otro sitio, contratar una mudanza (elegir presupesto entre Gil Stauffer o El Portugués), habilitar el roming en el móvil, volver a España para Navidad, etc etc etc. O qué coño hace un español en el extranjero. O búscate un piso en París y desde allí ponte a odiar a España todas las mañanas, etc. O aprende inglés, o peor aún: aprende alemán. O mucho peor: acaba odiando Italia, después de haber odiado España. Es mejor quedarse, odiar de cerca. Odiar con comodidades irrenunciables. Pero no es odiar exactamente. Es otra cosa.
2.- Está colgada en youtube una versión de Heroin de Lou Reed (un directo parisino del 74). No sé qué pensará Lou Reed cuando se vea en esos vídeos de hace más de 30 años.
3.- Me gusta Paul Newman, sí. Es mucho mejor que Juan Carlos I.
4.- Me gusta el Che Guevara. He ido a ver la película. El Che es mucho mejor que Paul Newman pero, ay, no es tan bueno como Juan Carlos I.
5.- Grado cero de la imagen audiovisual: confusión, alquimia, nueva moral.
6.- Debemos de pensar más en Juan Carlos I. Le dedicamos poco tiempo. Somos superficiales. Hay que saber más cosas de este hombre. Algo calla. Sabe más de lo que aparenta. Conoce lo que vendrá porque conoció bien lo que se fue.
7.- Reencarnación de Nino Bravo: tema pendiente.
8.- Azorín.
9.- Moratín.
10.- Debemos concluir que la delgadez notoria de doña Letizia es un arma de construcción masiva de la identidad femenina hispánica.

FOTOS


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En los Encuentros de Verines (Asturias) hace unos días.
Foto: Philippe Merlo.


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En el Bacharach, enero de 2008. Angel Guinda, Vilas, Octavio Gómez, Jesús Jiménez y Sergio Algora.