DESEO DE SER OTRO
Aveces siento la tentación de hacerme pasar por otro, dejar de ser yo mismo, convertirme en una persona distinta. Y el viernes pasado lo conseguí. Unas semanas antes me habían llamado para invitarme a dar una charla sobre los senderos de la nueva narrativa española. Una chica me explicó los pormenores del acto y al final de la conversación, cuando me pidió mis datos personales para rellenar la ficha de los conferenciantes, me di cuenta de que se había equivocado de teléfono. Porque me llamó señor Vilas. Supe entonces que me había telefoneado pensando que hacía lo propio con Manuel Vilas, autor de "Aire nuestro" (Alfaguara), y me encontré ante la posibilidad de hacerme pasar, al fin, por otro escritor.
Podría haber deshecho el entuerto confesándole que yo no era Manuel Vilas, pero precisamente dos días antes, mientras leía antiguas crónicas en la hemeroteca de La Vanguardia, tropecé con una nota escrita por Gaziel, corresponsal para este mismo periódico durante la I Guerra Mundial y objeto de la reciente antología "Gaziel'. En las trincheras" (Diéresis), en la que aseguraba que había descubierto que un usurpador se dedicaba a dar conferencias en su nombre por toda Latinoamérica. El texto, fechado el 11 de mayo de 1921, decía lo siguiente: "Por conducto del cónsul de España en Bolivia me enteré, hace unos días, de que cierto sujeto, que dice llamarse Juan Gómez Guinart, ser natural de Sabadell y enviado especial de La Vanguardia, recorre las repúblicas hispanas de América, dando conferencias, haciéndose pasar por Gaziel y explotando las simpatías que allí despertaron, al parecer, mis escasas hazañas de cronista de guerra". Y terminaba así: "(…) ni hay, en fin, en todo el globo terráqueo, otro verdadero Gaziel más que yo, que jamás he estado en América y sólo de paso en Sabadell, cuna real o supuesta de ese fantasma que me ha salido involuntariamente, y al cual deseo, para eterno descanso de su alma viajera, un pronto y favorable desvanecimiento". Recuerdo que pensé entonces que tener un doble presentaba pros y contras, siendo el mayor de los primeros la facilidad para difundir la propia obra por todos los rincones del mundo, y el de los segundos la imposibilidad de controlar las sandeces que pueden decirse en nombre de uno.
Pero el caso es que yo no desmentí que fuera Manuel Vilas porque me hizo una ilusión tremenda imaginarme autor de "Aire nuestro", y el pasado viernes me presenté en el salón de actos donde debía de dar la conferencia, saludé a los responsables del evento y me dejé agasajar por la concurrencia. Recuerdo que el auditorio estaba lleno y algunas personas me pidieron que firmara un ejemplar de mi (su) novela. Después todos tomaron asiento y el silencio inundó la sala. El presentador del acto dijo que para la institución era uno honor tener a Manuel Vilas como invitado y, tras añadir algunas palabra sobre mi (su) obra, me cedió el turno. Un sudor frío me recorrió el cuerpo. Detecté una mirada de extrañeza en algunas personas. Quizás habían mirado la foto de solapa del libro y me notaban muy cambiado. El terror a que me descubrieran era inmenso. Pero de pronto empecé a hablar. Y fue la mejor conferencia que jamás he dado.
Desde entonces, cada vez que suena el teléfono, pienso que habrán de equivocarse de nuevo y que tal vez crean que soy Ricardo Menéndez Salmón, Carlos Peramo o incluso Flavia Company. Quién sabe.
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Podría haber deshecho el entuerto confesándole que yo no era Manuel Vilas, pero precisamente dos días antes, mientras leía antiguas crónicas en la hemeroteca de La Vanguardia, tropecé con una nota escrita por Gaziel, corresponsal para este mismo periódico durante la I Guerra Mundial y objeto de la reciente antología "Gaziel'. En las trincheras" (Diéresis), en la que aseguraba que había descubierto que un usurpador se dedicaba a dar conferencias en su nombre por toda Latinoamérica. El texto, fechado el 11 de mayo de 1921, decía lo siguiente: "Por conducto del cónsul de España en Bolivia me enteré, hace unos días, de que cierto sujeto, que dice llamarse Juan Gómez Guinart, ser natural de Sabadell y enviado especial de La Vanguardia, recorre las repúblicas hispanas de América, dando conferencias, haciéndose pasar por Gaziel y explotando las simpatías que allí despertaron, al parecer, mis escasas hazañas de cronista de guerra". Y terminaba así: "(…) ni hay, en fin, en todo el globo terráqueo, otro verdadero Gaziel más que yo, que jamás he estado en América y sólo de paso en Sabadell, cuna real o supuesta de ese fantasma que me ha salido involuntariamente, y al cual deseo, para eterno descanso de su alma viajera, un pronto y favorable desvanecimiento". Recuerdo que pensé entonces que tener un doble presentaba pros y contras, siendo el mayor de los primeros la facilidad para difundir la propia obra por todos los rincones del mundo, y el de los segundos la imposibilidad de controlar las sandeces que pueden decirse en nombre de uno.
Pero el caso es que yo no desmentí que fuera Manuel Vilas porque me hizo una ilusión tremenda imaginarme autor de "Aire nuestro", y el pasado viernes me presenté en el salón de actos donde debía de dar la conferencia, saludé a los responsables del evento y me dejé agasajar por la concurrencia. Recuerdo que el auditorio estaba lleno y algunas personas me pidieron que firmara un ejemplar de mi (su) novela. Después todos tomaron asiento y el silencio inundó la sala. El presentador del acto dijo que para la institución era uno honor tener a Manuel Vilas como invitado y, tras añadir algunas palabra sobre mi (su) obra, me cedió el turno. Un sudor frío me recorrió el cuerpo. Detecté una mirada de extrañeza en algunas personas. Quizás habían mirado la foto de solapa del libro y me notaban muy cambiado. El terror a que me descubrieran era inmenso. Pero de pronto empecé a hablar. Y fue la mejor conferencia que jamás he dado.
Desde entonces, cada vez que suena el teléfono, pienso que habrán de equivocarse de nuevo y que tal vez crean que soy Ricardo Menéndez Salmón, Carlos Peramo o incluso Flavia Company. Quién sabe.
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ÁLVARO COLOMER, publicado en LAVANGUARDIA.ES
4 comentarios:
Aaah...
ser otro...
ya me gustaría!
Ya se me ha fastidado el borrador de post que tenía empezado el 30 de Enero. Empezaba así.
- Me estoy convirtiendo en otro. Cada cierto tiempo se hace añicos mi personalidad y me convierto en otra cosa. Mi vida es una larga cadena de eslabones distintos, tan multiformes y asombrosos que no me explico cómo aún no se ha roto por alguno de los cuellitos, no sé si comprendes lo que quiero decir.-
Por cierto, en él, yo no quería ser Manuel Vilas porque ya lo he sido y me hizo una ilusión enorme volver a ser yo.
Buf ¿quién es quién? ni el mismo quien, lo sabe, pero ese es el panorama Colomer (palomo?).
Me he dado una vuelta por tu página, Pepe, creo que has vuelto a cambiar el diseño de cabecera ¿verdad? pero a mí lo que de verdad me tiene alucinada es esas dos flamencas que salen contigo en la foto, qué bien vives, jajajajajaja...
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