lunes, 8 de junio de 2009

Del blog de David Refoyo

MANUEL VILAS LEE "1985" EN ZAMORA
Cuando veo Manuel Vilas ahí quieto, se me ilumina la cara. Es la misma iluminación que me había ocurrido con Petisme y con Javier García. Manuel Vilas me estrecha la mano. Me dice algunas cosas. No es fácil hablar con un desconocido aunque para mí no lo es, he leído todos sus libros. La presentación es breve, pero intensa. Manuel Vilas lee algunos de sus poemas. Compagina "Calor" y "Resurrección". Falta su Audi A100. Sin embargo, no se olvida del 24 de diciembre de 1985 y los hombres de honor. Eso me gusta. El honor es la vida es una de las frases lapidarias más importantes del siglo XXI. A la altura de Feo, fuerte y formal de Jonh Wayne, sólo que ésta pertenece al siglo XX y ninguno de nosotros quiere parecer antiguo. A esas alturas de la tarde, Manuel Vilas está pensando en tomarse un vino, como todos los demás. Y eso hacemos. Bebemos vino y cañas y comemos patatas fritas mientras hablamos del tabaco y de por qué un cigarro pega con sus poemas. Después hay cena y quizá, copas. No puedo ir a cenar con ellos, con sus conversaciones sobre La Habana, sobre los libros que vendrán. No puedo ir, pero al marcharme y estrechar las manos de las personas con las que estaba, no dudo de que habría sido una velada estupenda. Habría sido fantástico compartir una velada con Manuel Vilas. Fuera del circuito literario, por la noche, intento explicar de dónde viene mi fascinación, mi sonrisa... no es fácil, ellos no conocen al Comandante y mucho menos España, así es todo más complicado.

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