"LOS CHICOS ESTÁN BIEN"
Por Manuel Vilas
La banda de rock más longeva del planeta, The Rolling Stones, se formó
en abril de 1962, aunque creo que el padre de la música Pop anglosajona fue el
poeta norteamericano Walt Whitman. El autor de Canto a mí mismo se inventó la libertad individual como una
exaltación provocativa y la alegría de estar vivo como única luz del mundo. Creo
también que los dioses nos hurtaron el que debiera haber sido el mayor
espectáculo de la Historia Universal: ver envejecer a Elvis Presley. Elvis
hubiera cumplido el pasado mes de enero 77 años. Si Elvis no hubiera muerto en
1977, el mundo sería distinto, mucho mejor sin duda. Presley es todo. Presley
aplastó a Platón, Marx y Freud juntos o por separado, da igual, porque el Pop
es la única cultura viva que existe, la única real, las demás culturas están
muertas, aunque su muerte nos apasione y nos siga conmoviendo.
La trascendencia de Elvis la sabía muy bien John Lennon, cuando dijo que
antes de Elvis no existía nada. Los dioses nos han permitido ver cumplir 70
años a Bob Dylan. El día que Dylan muera puede que yo me suicide. No concibo
que Bob Dylan no esté en este mundo. Sin Bob Dylan, el mundo no merecerá la
pena. Cuando muera Dylan, temblará la tierra, los mares se evaporarán y las
ballenas ardiendo de pena cantarán A Hard
Rain´s A-Gonna Fall. Jamás he dejado de temblar cuando oigo esa canción.
Siempre temblando. Temblar es lo único que importa.
Lou Reed acaba de cumplir 70 años. El mejor drogadicto de la historia
del rock se convirtió en un saludable septuagenario. El rock es sangre de la
buena; excluye el sobrepeso, las canas, las corbatas, la calvicie y la
jubilación. Pero la gran noticia que mueve las poleas amorosas de este artículo
son las bodas de oro de Mick Jagger con sus Stones. Cincuenta años calentando
el mundo. También se cumplen cincuenta años del primer disco de Bob Dylan. No
está de más recordar que, dos años después de la creación de los Rolling, en el
64, se fundó The Velvet Underground, la banda de rock más nerviosa de la
historia de la música Pop, sin la cual no hubiera existido un grupo tan
sobrecogedor como Joy Division. Decir Joy Division es decir Dios. Y en el 64 se
fundaron The Who. Nadie sabía cómo iban a envejecer los grandes iconos del
rock. Creo que la cirugía capilar que adorna el cráneo de Mick Jagger es un
prodigio de la tecnología. A veces imagino que el líder de los Stones financia
algún laboratorio farmacéutico dedicado a la investigación en implantes
capilares: pelos fuertes y duros como sogas y abundantes como la miel en la
cabeza de un septuagenario feroz. Es un dinero bien gastado. Da igual tu edad
biológica: esa es la pedagogía revolucionaria del rock. La edad no existe. No
existe la vejez. La momia vitalista de
Keith Richards, con sus dedos deformes, con su sonrisa agrietada, con su
delgadez escandalosa, con su cara cuarteada como un mapa extraterrestre de
seísmos lunares, es el cuerpo humano más civilizado de Occidente. Él es el
canon de la vejez whitmaniana. Lo demás no importa.
Ver actuar a The Who es ver la inmortalidad hecha aullido racial. La
primera vez que los vi encima de un escenario, Roger Daltrey y Pete Townshend
tenían casi 65 años, pero eran dos almas veloces. Los Who se conservan
perfectamente. Lou Reed no. Lou Reed ha perdido la voz, cuando intenta cantar
“Sweet Jane” yo sufro lo indecible. Una de las canciones más hermosas de la
historia cae hecha pedazos desde sus labios rotos por la edad. Lou aguantó bien
subido en un escenario hasta los primeros años del siglo XXI. Vi a Lou Reed en
el 2000 en Zaragoza y estuvo estupendo. Pero las últimas veces que lo he visto
me ha dado pena. Necesita una prótesis de cadera. David Bowie vive escondido,
nadie lo ha visto desde hace unos cuantos años. Es mejor así. Pero cómo olvidar
esa filmación de 1973 que corre por YouTube de Marianne Faithfull y David
Bowie, disfrazados los dos, ella de sacerdotisa y él de corista, cantando
juntos “I Got You Babe”. Cada vez que veo ese vídeo me echo a llorar. Qué
hermosa era Marianne Faithfull: todos la amaron. Fue la novia de Jagger. Yo me
pregunto qué se dirán Marianne y Jagger cuando se vean por ahí de vez en
cuando. Las chicas envejecen peor, es una regla del capitalismo trascendental
que se cumple en el Pop de una forma crudelísima. También Nico fue la amante de
todos. De Nico ya no se acuerda nadie; yo sí, todas las noches rezo por ella.
La que está poderosa es Patti Smith, la vi hace poco en directo y sigue bien. Las
chicas están bien. Salvo Nico, que se murió.
No me convencen los conciertos que da Dylan en los últimos tiempos. Me
da pena. Mucha pena. Aparece con su sombrero mexicano y con americana de
almirante, escondido en un nicho del escenario. Parece el gran cadáver de todos
los tiempos y cuando se pone a cantar destroza todas su canciones. Pero ahí
están los Who y los Stones, esos sí, esos aguantan, esos se acercan al borde
del escenario, esos aceptan la tauromaquia del rock. Esos torean con riesgo.
Dylan y Lou no torean. Los Who siguen cantando en sus conciertos aquella vieja
canción “The Kids Are Alright” (Los chicos están bien). Los chicos ahora tienen
setenta años. Versionean esa vieja canción, que en sus orígenes de los años
sesenta tenía una duración de tres minutos, y ahora la alargan hasta casi los
ocho minutos. Y sobre la vieja letra construyen todo un himno a la juventud
perdida. Los chicos son buenos. Somos buenos chicos, nos hemos hecho viejos
pero seguimos siendo los mismos macarras de siempre. Te partimos la cara cuando
quieras, querido. Y esa es otra oración whitmaniana.
Pero saben que morirán. Lo saben. Un día lo dirá la televisión: “ha
fallecido en su mansión de…” Tenemos que estar preparados para el gran adiós de
los hombres salvajes. En el excelente documental de Scorsese sobre la vida de
Dylan, titulado No direction home,
hay un momento de oro, cuando Dylan recuerda lo que le dijo una noche alcohólica
Liam Clancy: “Recuerda, Bob, sin miedo, sin envidia, sin maldad”. Los chicos
están bien, están bien porque cumplieron con la ley: “no fear, no envy, no meanness”.