AIRE NUESTRO Y BELÉN ESTEBAN
Te llamará a casa José Luis Moreno para convertirte en su muñeco predilecto, para meterte mano y hablar por tu boca, para organizarte una gira por todas las salas de fiestas del país; te llamará Emilio Aragón para darte un programa en la Sexta, un programa con Joe Rigoli y Kiko Ledgard, un programa en el que te vestirá de Mama Chicho y hará que te beses en los labios con Belén Rueda, suavemente, vestido con un esmoquin una talla más ancha y unas zapatillas converse rojas; te llamará Teresa Campos a su tertulia de viejas glorias, cantantes melódicos con peluquín y tonadilleras con aspecto de travesti; te llamará Oprah para publicitar tus libros, para hacerte una felación en directo mientras suena el himno americano (Oh, say, can you see..) y descansar después los dos en un teletienda infinito con colchones de agua y artilugios que cortan las verduras y las frutas en trozos de todos los tamaños y todas las formas; te llamará Mamen Mendizábal a su tertulia política, con su boquita torcida y su voz de aguardiente, con su envidia declarada a Sara Carbonero y a Pilar Rubio, con su máster en comunicación y política insititucional; te llamará David Letterman y te rendirá pleitesía y tartamudeará, sin chistes y sin ironías disponibles mientras se caga de miedo y de envidia por tenerte delante; irás al Sálvame de Luxe, ven nadando a mí, soy un náufrago, a discutir con Belén Esteban, soltera y madre en la vida por una mala partida, para copiar su caída de ojos, sus escorzos inusuales, sus desplantes, para ser crucificado en directo mientras todo el plató devora empanada gallega, mantecados de Astorga, letizias de Oviedo, corbatas de Unquera, carajitos del profesor de Salas, pescaítos fritos de Cádiz, aceite de oliva de Córdoba lejana y sola; te llamará José Mota, y será lo máximo de tu vida, y rodarás un capítulo peleando con Fanegas, y lo vencerás, y serás el lugarteniente del Tío la vara, y harás un papel en el cansino histórico, porque ser, eres; te llamarán los lunnies para cantar canciones con contenido infantil no perjudicial; y Fernando Argenta para el conciertazo; y harás un cameo en Bob Esponja comiéndote una burguer cangreburguer.
Y te dedicarán congresos académicos con especialistas de coleta y mariconera, con hispanistas de Kentucky y de Iowa que desconocen el malísimo efecto que produce una americana con playeros. Harán ponencias, dictarán cursos, proyectaran power-points coloristas que aumentarán las competencias educativas de sus alumnos. Te invitarán al Círculo de Bellas Artes a mesas redondas con Antonio Gamoneda, cinco o seis mesas, en las que el poeta –no tú, el otro- estará en silencio todo el rato y se limitará a emitir sonidos guturales que sus seguidores interpretarán como quejas frente a los discursos discursivos palabríficos y asintomáticos, mientras tú te dedicas a la escritura automática y te ríes compulsivamente, e imitas a Chiquito de la Calzada, al tiempo que tus seguidores te hacen la ola y gritan España España España. Te harán Doctor Honoris Causa por una universidad de las Islas Fidji, y en el acto de investidura los maceros abrirán el cortejo del claustro ataviados con faldas coloristas y collares de perlas que dejarán ver sus pacíficas vergas. Harás un discurso de aceptación lleno de poemas de Baudelaire y de citas de Coetzee, aunque no lo hayas leído. Te reirás de Harold Bloom y de Lázaro Carreter, y demostrarás de manera práctica el sistema fónico español propuesto por Alarcos.
Mientras tanto, yo volveré a la carta que Manuel Vilas le escribió a Manuel Vilas. Pero Manuel Vilas no se llamaba Manuel Vilas, sino Emeterio García y no podía atender a una oferta telefónica porque no estaba en casa, estaba por ahí. Y ninguno estábamos tristes porque sabíamos que nos estaban engañando al hablar del triunfo de la ficción.