Comenzó cantando una de mis canciones favoritas: “Kimberly”, como si me hubiera leído el pensamiento. Y empezó a mover las manos en el aire. Patti Smith es una ascensión visual. El pelo, los dedos, los brazos, la cara saliendo y entrando en el contorno físico de su cuerpo. Sus manos dibujan escenas en el aire. Hace como que camina, mueve los brazos como si estuviera paseando por el paraíso. Es un baile amoroso, que busca el erotismo esencial de todo. Llevaba un abrigo muy mono, con un descosido a la altura de la pierna. A mí me parece guapísima. Siempre me lo pareció. Me encantaron sus botas. Qué chulas, tío, esas botas. Y la camiseta blanca. Un pecho discreto. Un contorno también discreto a la altura del vientre. Con una sonrisa chamánica, de vez en cuando se acercaba hasta nosotros, los que estábamos en la primera fila. Nos saludaba con la mano, como si esa mano descendiera desde el cielo y quisiera saber quién estaba al otro lado, y si realmente había alguien al otro lado. Y el pelo antiguo tapándole la cara. Y la acreditación roja colgando de su cuello, que parecía que la iba a estrangular. Le extrañó ese viento de Zaragoza que lo movía todo. Quiso ver el viento, pero el viento es invisible. Me encanta que Patti Smih sea una cantante comprometida. No sé muy bien con qué, pero comprometida. Comprometida con lo salvaje, sí. Por fin la Expo tenía sentido y merecía la pena el agua. Y llegó “Because The Nigth”, claro. Se acercaba a nosotros, desde su lejanía erótica. Parecía una mujer feliz y radiante. Se desplazaba por el escenario buscando algo, quizá a nosotros, aunque no exactamente. A veces parecía una bruja metafísica, otras una memoria abrasada. Pero iba creciendo en escena, iba adueñándose de todo, poseyéndolo todo. Estaba dando un concierto extraordinario. Estar en Zaragoza esa noche y no estar con ella hubiera sido una desgracia. Arrancó con sus manos las cuerdas de la guitarra. Nos dijo que el poder y el futuro eran nuestros. La Expo tembló. Patti hizo crujir todos los pabellones que, ante ella, eran nada. Incluido mi pabellón. Nos tomó en matrimonio y nos violó en la noche de bodas.
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MV, "Heraldo de Aragón", 22-julio-2008.