Foto de Barbastro, tomada a las 11.30 de la mañana del 25 de diciembre de 2o11. Ese canal de luz de la foto hablaba, me dijo "eh, Vilas, soy yo, tu pueblo, jefe, acuérdate".
VILAS: O sea, que yo también tengo pueblo, etc.
BARBASTRO: Claro, tío, pero como el que más, eh, jefe.
VILAS: Qué bien. Qué alegría. Cuánto amor.
BARBASTRO: Sí, bien, muy bien. Mucho amor, sí.
VILAS: Estoy emocionado. Qué bien.
BARBASTRO: Claro que sí, jefe. A ver si vienes más a menudo. Total, para lo que hay por ahí.
VILAS: Tienes razón, vendré más.
BARBASTRO: Así me gusta, mi niño. Ay, mi niño.
lunes, 26 de diciembre de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
5 comentarios:
Joder, qué envidia. Yo no tengo pueblo. Yo tengo una calle. De una ciudad. Hace poco volví allí a través de Google Street, y me emocioné mucho. Pero no es lo mismo, no.
Besos son amor (o romanos:-)
l.
Vaya belén!
¿De dónde sacas tanto amor, Vilas?
Bendito tú, que tienes esa seguridad Vilas. Yo en cambio, después de 18 años, todavía no estoy seguro. Albergo mis dudas. ¡No estoy seguro de estar aquí Vilas! ¡Sálvame Vilas! ¡O mejor llama a la Belén!
Te imagino una nostalgia casi mística, o una indiferencia pensada y cálida, falsa, ante semejante espectáculo. La luz del cielo que chorrea por las casas y cae cerca de donde uno tiene los pies es casi como un espectáculo en cascada que representa, cual metáfora dolorosa, el lugar que ocupamos en el mundo (esto último me lo guardo para quedar bien en el próximo comentario de texto). Esta foto es poesía de alta calidad. Está helada. Algún día, por estas fechas, volveré a las Cuencas Mineras, y en mi cámara traeré nieve sobre el polvo negro del carbón.
Publicar un comentario