viernes, 22 de julio de 2011

EL AMOR. EL RADIADOR. LA FALDA. EL SUEÑO. LA POSESIÓN. Y LA ALMOHADA SIEMPRE.

Me encanta este cuadro. El radiador es perfecto.

Nota: es un radiador de hierro fundido. Hoy en día los radiadores de hierro fundido prácticamente solo de instalan en viviendas de lujo. Se ha impuesto el radiador de aluminio, que es el que tiene todo el mundo en sus casas. En viviendas antiguas aún se ven los radiadores de hierro fundido. Evidentemente, son mucho mejores los radiadores de hierro fundido que los de aluminio, que son feos y tristes. A mí los radiadores de aluminio me ponen de mala hostia. En cambio, los de hierro fundido me calientan el corazón. Y es muy bueno, muy bueno que el corazón de Vilas esté caliente.

8 comentarios:

Priscila dijo...

Estoy contigo.Me encanta este cuadro.
Esa imagen de calma y sosiego que aporta el calor de ese radiador, que me imagino caliente. Hace dormir a estos dos enamorados en una postura "la de la cuchara" y aporta una paz inexplicable y un amor inseparable...

tsb dijo...

Aunque las comparaciones casi siempre son odiosas, voy a cometer el atrevimiento de comparar al radiador de hierro fundido con el viejo abrazo cálido que una vez roto es imposible arreglar y es por esto que es tan apreciado, y a los nuevos radiadores de aluminio con la multitud de manos anónimas que cada día al estrecharlas dan cierto calor humano, pero un calor fácilmente sustituible por otro semejante, es por esto que teniendo su valor, no tiene ni punto de comparación con el del abrazo de tiempo que en nuestro corazón guardamos.

Es muy bueno que tanto el corazón de Vilas como el de los que lo leemos permanezca calentito mientras la mente continue bien refrigerada.

Saludos.

Catalino dijo...

Yo conocí un brasero durante décadas. Apenas le veíamos. Pero siempre nos calentaba de sobra las piernas y, a veces nos llegaba, su oportunidad, al corazón. Era como una doble bestia, pero en plan bien. Yo, supongo, le amaba.

Julio Romero Tera dijo...

Querido Vilas, es usted un santo sin iglesia y sin culto universal y sólo por ello me atrevo a discrepar. El cuadro que me encanta es un autorretrato en el que se muestra de pie, pintando sobre un lienzo, mientras una joven desnuda se abraza a una de sus piernas. Calvo Serraller dice que esa autorepresentación no se puede tomar como un delirio exhibicionista, pero con su permiso, o sin el, diré que es el único cuadro al que se le puede permitir una cierta carga erótica, sobretodo si se observa la fotografía que emula al cuadro. Y créame (mas como aseveración, que como virtud teologal), eso en Lucien “Meat Loaf” Freud es mucho.

Anónimo dijo...

Manuel, necesito comunicarme contigo, mandame tu correo por favor. Martín Prieto, CCPE/AECID, direccion@ccpe.org.ar

Céfiro dijo...

No conocía el cuadro y lo he ampliado y llevo muchos minutos contemplándolo. Desprende mucha energía ese abrazo a la mujer. El radiador también. Sí. Pero el abrazo es extraordinario. Nadie se puede escapar de ese abrazo. Ella le da el culo pero el la abraza. Ella duerme de espaldas a él. Casi sóla si olvidara ese brazo. Si no supiera que él la protege, que él le cubre la espalda. Y el radiador. Sí. Pero el abrazo.

Marion dijo...

¡Cuánta razón! Y qué bello el radiador, el abrazo y el sueño.

Carmen dijo...

un radiador como ése puede (seguro que lo hace) crear adicción, como una droga dura, como un corazón caliente